SAG

Celebrado en Quito, Ecuador del 19 al 24 de septiembre de 2011, bajo los auspicios de la Sociedad Amigos de la Genealogía y dirigido por la Dra. Marcia Stacey Chiriboga de Valdivieso. Encargada de Eventos de dicha sociedad.

martes, 27 de septiembre de 2011

6ta. Alicia Sosa de Alippi / Córdoba, Argentina


XVII REUNION AMERICANA DE GENEALOGIA
QUITO- ECUARDOR

Don Pedro Lucas de Allende y su ingreso  como Caballero de la Orden de Carlos III
Alicia Sosa de Alippi
En este trabajo analizamos las gestiones impulsadas por el capitán don Pedro Lucas de Allende, vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, con el objeto de recibir una merced de Caballero de la Orden de Carlos III. Dichas gestiones llevaron varios años, con algunas alternativas que observaremos.
 Pedro Lucas de Allende era miembro de una de las familias más tradicionales de Córdoba. Sus antepasados habían llegado hacia 1640, cuando Córdoba ya era una ciudad consolidada, por lo que, al momento de su establecimiento en la misma, no podían ser considerados miembros de esa nobleza adquirida por los descubridores, conquistadores y primeros pobladores llamados “Beneméritos de Indias”, que ocupaban cargos civiles, militares y eclesiásticos y que eran además encomenderos de indios[1].
Los Allende pertenecían a esa generación de hispanos que llegó a América en el siglo XVII,  y a los que por tal motivo, se les complicó la incorporación a esa pequeña elite que controlaba el gobierno de la ciudad, conformada por las primeras familias fundadoras. Para poder pertenecer a ese sector social superior, apelaron a concertar acuerdos matrimoniales ventajosos, los que fueron posibles gracias a sus recursos económicos. Efectivamente, esta nueva generación de españoles que llegó  a Indias por esa fecha, (cuando las encomiendas y los cargos civiles, eclesiásticos y militares estaban ya repartidos) en su mayoría se dedicaron al comercio y detentaron el poder económico en una primera instancia. Cuando la Corona, por cuestiones financieras, permitió el ingreso a los cargos concejiles a través de la compra, estos nuevos linajes americanos rápidamente tuvieron acceso a ellos, con lo que además del poder económico pudieron detentar el poder político. Lo demás es ya conocido. Las familias fundadoras que solo tenían recursos por sus encomiendas, acordaban enlaces matrimoniales  entre sus descendientes, con miembros de estas nuevas familias, posibilitando con ello el ascenso social de estas últimas[2].
Con lo que a comienzos del siglo XVIII  al menos en la ciudad de Córdoba, nos encontramos con un conjunto de familias que, por decirlo de alguna manera, habían alcanzado el poder a través de la compra de los distintos cargos de Cabildo, que por otra parte estaban vinculadas entre sí e impedían el acceso de otros interesados, como medio para mantenerse en el poder[3]. Se había producido una especie de ruptura de la línea social por la cual comenzaba a desaparecer de las funciones del cabildo el núcleo social tradicional, la de los descendientes de los beneméritos, estableciéndose en el poder local  un nuevo sector, el criollo o español americano.
Reiteramos entonces, la familia Allende formaba parte de esta nueva clase que además de contar con importantes recursos económicos, ocupaba el gobierno de la ciudad.[4] Fundamentalmente se dedicaron al comercio, en especial de mulas, y al intercambio mercantil. Realizaban las invernadas de sus animales en Salta y Jujuy, donde tenían los corrales desde comienzo de siglo. Con ello, el tránsito comercial entre Córdoba y el Norte por parte de los miembros de esta familia, era intenso. Allí se había radicado entre otros, al menos durante unos  años, don Pedro Lucas de Allende, quien además de desempeñarse como Sargento mayor, atendía los negocios familiares, tal como lo demuestran varios documentos que encontramos en el Archivo Histórico de Córdoba (AHC).[5]
El acceso a las funciones políticas de esta familia, sucede a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, definida  por la compra de varios oficios, puestos a la venta por el Gobernador Interino Joaquín de Espinosa y Dávalos,  con el fin de contrarrestar el poder hegemonizado en Córdoba por otra  familia local, los Echenique. Esa acción fue determinante para la consolidación de los Allende como un nuevo bloque de poder.
Como nos comenta Romero Cabrera, esta familia vinculando entre sí las varas de Alcalde y los oficios de Regidores, buscaba mantenerse siempre en el gobierno local para impedir el acceso de quienes no fueran sus partidarios. Este círculo familiar que administraba el poder, estaba integrado entre otros  por  don Tomás de Allende y Losa , que tuvo el cargo de regidor propietario, don José y don Santiago de Allende, sus hermanos, que también se desempeñaron como regidores y accedieron al grado militar de General;  don Antonio de Allende (regidor propietario), don José Uriarte ( concuñado de uno de ellos, procurador general), Don Gregorio de Arrascaeta, cuñado de los primeros; don Antonio de la Quintana, yerno de don Tomás de Allende ocupó el cargo de Justicia Mayor; don Santiago de Allende y Losa, y  su primo hermano Antonio de Allende y Villamonte fueron regidores;  don Francisco de Armesto  (hijo de da María de Allende, hermana de los primeros) fue Alcalde de 1er y 2do voto[6], por citar algunos de los miembros de este linaje que ocuparon distintos espacios de poder.  Durante varios períodos controlaron el Cabildo de Córdoba, al menos hasta 1801, distribuyendo los cargos como acabamos de mencionar, entre hermanos, sobrinos, cuñados, y yernos.
Esta familia  además forjó  una especial relación con el Marqués de Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán desde 1764, con quien trabajaron estrechamente, participando a su lado en varios conflictos políticos de la época, y a quien incluso financiaron para solventar obras públicas inherentes al mejoramiento de la ciudad. En especial Don Pedro Lucas de Allende, una vez que regresó a Córdoba finalizado su desempeño como Sargento mayor de las milicias urbanas de caballería de Nuestra Señora de la Viña en Salta, tuvo una activa participación en el gobierno de la ciudad y una aplicada colaboración en la gestión del marqués, desempeñándose bajo su administración como Coronel de milicias y Síndico Procurador General.[7]
En este entorno entonces, del que hemos realizado una escueta referencia, debemos ubicar a Don Pedro Lucas de Allende, quien  aspiraba a recibir una merced de hábito de alguna de las Órdenes vigentes en aquellos años.
 Así el 20 de noviembre de 1787 D. Pedro Lucas Allende, sargento mayor de las Milicias de Salta, decide iniciar  ante el Consejo de Ordenes en  España   un expediente, en el que solicitaba se le concediera una  merced de hábito de alguna de las órdenes, ya fuera de la Orden de Santiago o la de  Calatrava. Para ello adjunta un memorial, con los distintos servicios prestados certificados por el entonces  gobernador intendente don Andrés de Mestre.
De la información presentada  sabemos de su desempeño durante  casi seis años como Sargento Mayor  en la ciudad de Salta, y que además había ocupado en ese tiempo varias funciones: Alcalde Ordinario y Procurador General de la misma ciudad[8].
Adjuntaba además una carta del Gobernador de Córdoba del Tucumán, el marqués Rafael de Sobremonte, quien destacaba la defensa que había hecho Allende de las fronteras del norte de la Gobernación, “ …habiéndose avecindado Allende en Córdoba, su patria, hace hoy en sus milicias el servicio que se ofrece en su clase, y en útil defensa de aquella frontera, hostilizada de los indios infieles”.[9] Agregaba Sobremonte que “La confianza que el gobernador de esta provincia capital ha hecho de él; y aunque estos cortos méritos, no exigen recompensa: con todo fiado en la Real Piedad, con que V. Majestad. Acostumbra premiar de un modo digno de un gran Rey los servicios más humildes de sus amados vasallos….A V. Majestad., pide tenga bondad de ejercer esta misma real clemencia, en el suplicante de una merced en el hábito de Santiago o de Calatrava, favor que espera de la Real Piedad de V. Real Majes.[10]
Destacaba además el Gobernador Intendente que había cumplido eficazmente sus funciones, que había promovido la construcción de un puente de cal y canto en la ciudad de Córdoba, y que habiéndose sublevado a las ocho leguas de esta ciudad dos compañías de milicianos de San Miguel de Tucumán, se ofreció Allende a armar un cuerpo de milicianos que concurrió a sofocar la rebelión.[11]
Sin embargo, poca suerte tuvo en esta solicitud don Pedro Lucas, puesto que, después de requerirle que informara si el cargo de Sargento mayor de milicias de Salta tenía confirmación real, se confirmó que no la tenía porque se trataba de un nombramiento que efectuara el Virrey Amat, “pero sin denominación de milicias regladas[12], razón por la que suponemos se le denegó la solicitud el 18 de octubre de 1789.[13]
No pasó mucho tiempo antes de que don Pedro Lucas de Allende insistiera con la presentación de otro expediente[14] ante la Corona o las autoridades pertinentes para que se le concediera la ansiada merced. En este segundo expediente iniciado en 1790, nuevamente manifestaba su aspiración a pertenecer al hábito de Santiago o de Calatrava, y en esta oportunidad agregaba también como opción la Cruz de Gracia de la Orden de Carlos III.
En el escrito presentado en esta ocasión, insiste con los méritos mencionados en el  anterior,  adjunta igualmente varias constancias de los servicios ya mencionados, con las certificaciones correspondientes y es muy similar en su contenido al primer expediente.
 Se diferencia del primero, en que presenta una carta de aval del Virrey de Buenos Aires Nicolás de Arredondo recomendando a Pedro Lucas para la merced de habito, en virtud de desempeñarse como sargento mayor, haber tenido destacada participación en la defensa de los infieles, y haberse desempeñado como alcalde ordinario y síndico procurador de Salta, datada la carta en Buenos Aires  el 21 de enero de 1791.[15]
Y se añade además una nueva carta del Gobernador Marqués de Sobremonte, en términos similares a la primera que entregara,  en la  que insiste que “Este Sargento Mayor de milicias vecino y natural de esta ciudad sirve con todo celo y exactitud en cuanto se le encarga el real servicio cuyas circunstancias acreditó en el año 1786 que salió a mis órdenes en oposición de los indios infieles que amenazaban la frontera; desempeñó perfectamente el encargo de Sargento Mayor de todo el Cuerpo Milicias con que pase a ella, a que le destiné conociendo su buen talento agilidad y disposición para cuanto es del servicio de V.M  continua dándome repetidas pruebas de ello, por lo cual, y el que ha contraído en la provincia inmediata de Salta, informé al augusto padre de VM en 5 de septiembre de 1787 que lo consideraba acreedor a los efectos de su Real Piedad en la Merced de Habito que solicitó en las ordenes de Santiago o Calatrava  y este mismo informe debo reproducir ahora en la nueva instancia que promueve a la Cruz de la gracia de la Orden de Carlos III en el caso que no sea del agrado de VM  atenderle en alguna de las dos militares referidas.[16]
En el legajo, en que se incluyen las distintas instancias burocráticas, queda en evidencia que para los responsables de analizar los méritos de los aspirantes a las órdenes, sus créditos no eran suficientes, y así lo manifiestan: “La mesa encargada de analizar estos expedientes  expresa que consecuente a la Real Orden de 22 de Agosto de 1783 que no consta en ellas si son milicias disciplinadas o urbanas donde sirve Allende de sargento mayor, ni que tampoco tenga real despacho de su empleo, e igualmente carece haya servido otro empleo militar Y solo justifica según expresa el Virrey Arredondo 5 años, 6 meses, 23 días de servicios en el actual que ejerce[17].
Estaban en vigencia varias resoluciones reales que venían a conspirar contra las aspiraciones de Pedro Lucas:   una resolución puesta en vigencia  el 15 de abril de 1769, que establecía  que los miembros de las tropas españolas que aspiraran a una merced de hábito, debían haber servido de Oficial en los cuerpos veteranos durante cuatro años; en los regimientos de milicias reglada, (que era el caso más frecuente en Indias), se requería haber permanecido en ellas tiempo doble, sin interrupción alguna, y con la misma graduación.[18] Aún más pesaba en su contra  una Real Orden de 1 de octubre de 1773, que determinaba que para poder acceder a una merced de hábito, los Oficiales de las Milicias disciplinadas de Indias debían acreditar seis años sirviendo una capitanía o doce como subalterno ascendido a capitán.
En otras palabras los servicios que alegaba Pedro Lucas  no cumplían con los requerimientos  establecidos por las autoridades españolas, o eran insuficientes. Y tanto fue así que el Marqués de Bajamar, procedía a informar con fecha de 5 de enero de 1792 que: “Habiendo hecho presente al Rey la instancia de don Pedro Lucas de Allende vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, que VE me remitió de oficio el 5 de noviembre último acompañando la carta del virrey de 21 de enero próximo pasado Nro. 46 por la cual solicita merced de hábito en la orden Santiago, Calatrava o en su defecto la Cruz de Carlos III, no ha venido Su Majestad en adherir a ninguna de ellas[19]
Podríamos suponer que después de estas dos denegaciones nuestro Pedro Lucas había desistido de solicitar alguna merced de hábito. Qué sucedió en el camino, que contactos tuvo en España o que recursos utilizó para llegar a la Corte no podemos saberlo, solo suponemos que algo ocurrió después de esta segunda denegación, porque encontramos otro expediente[20], ésta vez fechado en Palacio en 4 de julio de 1793, es decir, un año y medio después, que trata de un requerimiento  que hace el Duque de Alcudia, al Conde de Campo de Alange, solicitando información de la solicitud que efectuara Allende, pues debía informarle al Rey que había sucedido con ella, y lo hacía en los siguientes términos:  Debiendo yo informarme para dar cuenta al rey de cierta solicitud del mérito y circunstancias de don Pedro Lucas de Allende, sargento mayor de las milicias de Salta, espero que VE se sirva decirme lo que sepa y busque acerca de este sujeto. Dios guarde a V; Aranjuez, 27 de junio de 1793. Firma Duque de Alcudia[21]
El Conde de Campo de Alange le informaba que “en la secretaría de despacho de guerra constaba  que don Pedro Lucas de Allende era sargento mayor de las milicias urbanas de caballería de nuestra señora de la viña en la provincia de Tucumán, en virtud de un despacho librado por el virrey de Lima Don Manuel Amat en 7 de junio de 1776, y que sucesivamente obtuvo los de alcalde ordinario y procurador general de la ciudad de Córdoba, donde promovió la construcción de un puente de cal y canto que proporciona al público las mayores ventajas , que también sirvió con su persona y bienes en la sublevación del Perú cuando los insurgentes quisieron propagarse en la expresada provincia, desempeñó igualmente otros encargos que le confiaron, todo lo acredita con su informe el gobernador de aquella provincia marqués de Sobremonte, apoyando la instancia que dirigió solicitando la merced de hábito en las órdenes de Calatrava o Santiago, y en su defecto La cruz de gracia en la de Carlos III que no tuvo su majestad a bien acceder a ello”.
Informaba además que dicha solicitud se le había negado “teniendo presente la R. Ordenanza de 22 de agosto de 1791 que exceptúa de las gracias a Mercedes de Hábitos de las Órdenes Militares a Individuos de Milicias que carecen de Real despacho y no tienen los años de servicios que se prefijan.[22], es decir otra Real Ordenanza que se sumaba a las que ya hemos mencionado.
El duque de Alcudia no era otro que Manuel Godoy,  el famoso primer ministro del Rey Carlos IV, lo que nos está señalando que el mismo Rey había solicitado información sobre lo ocurrido con la solicitud de Allende. Evidentemente hubo una gestión, un pedido de alguien por lo cual, el rey que había rechazado en dos oportunidades el pedido de Pedro Lucas de Allende, ahora se interesa personalmente.
Cuáles fueron los contactos, nos preguntamos? Nos inclinamos a pensar que podrían haber sido gestionados por el Marqués de Sobremonte, su amigo personal, y a quien los Allende se preocuparon por apoyar y colaborar económicamente en su gestión. Pero también pudo ser fruto de  algunos contactos que su tío don Gregorio de Arrascaeta, marido de su tía María de Allende, importante comerciante de Córdoba, había dejado en Madrid como resultado de los viajes comerciales que realizara a la madre patria. O habrá sido alguna gestión de la persona en quien confió poder para que gestionara sus pruebas de nobleza en Vizcaya?
Como fuera que hubiere sucedido lo cierto es que en un decreto de 30 de marzo de 1794 el Rey le dio merced  de la Real Orden Española de Carlos III a don Pedro Lucas de Allende, sargento mayor del regimiento de  milicias de la provincia de Salta, en el Tucumán, con lo que debía proceder a presentar las pruebas de hidalguía necesarias para consolidar esa merced real.
Es en otro expediente, el cuarto, en el que encontramos esas pruebas.[23] Presenta a tal efecto transcripciones de los documentos requeridos, es decir, partidas de bautismo, matrimonio, y defunción de cuatro generaciones, la suya, la de sus padres, abuelos y bisabuelos, además de certificaciones correspondientes a funciones desempeñadas y nobleza.
Recordemos que a los residentes en las posesiones de Ultramar, a diferencia de los de la península que solo debían acreditar o probar nobleza hasta sus bisabuelos, a los americanos se les exigía demostrarla hasta el entronque con el primer emigrado de la península. “En algunos casos esto requería acreditar actos positivos varias generaciones atrás (con los obstáculos y complicaciones de la época y la dificultad de acceso a los documentos, etc)”[24]
Lohmann Villena, nos informa que una vez que el interesado enviaba el poder especial con todos los instrumentos calificativos de la legitimidad y limpieza de sangre de sus antecesores que hubieran residido en Indias, haciendo  mérito de la hidalguía de sangre que les correspondiere, debía demostrar la legitimidad con los instrumentos oficiales de rigor, partidas sacramentales y notariales, la limpieza de sangre, hidalguía y cristiandad que se acreditaban mediante informaciones testimoniales, y con los juicios contradictorios ventilados en las Chancillerías de Valladolid y Granada. Estos requisitos alcanzaban hasta los abuelos en las cuatro Órdenes militares; en la civil de Carlos III hasta los bisabuelos.

Genealogía y Pruebas presentadas:
No vamos a analizar detalladamente toda la documentación presentada, porque no responde al objetivo de este trabajo. Pero vamos a informar que de la genealogía que Pedro Lucas de Allende presenta se desprende que era hijo legítimo de D. Tomás de Allende y de Da. Bernardina de la Rosa, ambos  naturales de Córdoba del Tucumán.
Por línea paterna era nieto de D. Lucas de Allende, natural del valle de Gordejuela, en las encartaciones de Vizcaya, y de Da. Águeda de Losa, natural de Córdoba del Tucumán. D. Lucas de Allende y Larrea, tuvo destacada actuación en el cabildo de Córdoba, en la segunda mitad del siglo XVII, habiéndose desempeñado como Alcalde Ordinario en dos ocasiones, Síndico Procurador General, Gobernador Político en sustitución y Maestre de Campo de los Reales Ejércitos, por citar algunos.[25]
Bisnieto por esta misma línea de don Antolín de Allende  y de da. Luisa de Larrea ambos naturales del Valle de Gordejuela, y de don Pedro de Losa y Da. Catalina Gutiérrez ambos naturales de Córdoba del Tucumán.
Por  línea materna era nieto de  don Francisco Vicentelo de la Rosa, natural de San Salvador de Jujuy en la Gobernación del Tucumán, y de Da. Ana Carranza, natural de Córdoba, ambos de la gobernación del Tucumán,
Bisnieto por esta línea de don Francisco Vicentelo de la Rosa, natural de Granada, y de da. Petronila Ibarguren, natural de San Salvador de Jujuy, y de don José Carranza y Da. Ana de Herrera, ambos de Córdoba del Tucumán,
Presenta en el expediente las partidas de bautismo de:
La suya,  y las de su padre D. Tomás de Allende, de su madre da. Bernardina de la Rosa, de su abuelo paterno D. Lucas de Allende. De su abuela paterna Da. Águeda de Losa no presenta porque no fue hallada, en cambio presenta la partida de defunción. Tampoco se presenta la partida del abuelo materno Don Francisco Vicentelo de la Rosa, por no haberse hallado los libros de bautismo de San Salvador de Jujuy, presentándose para justificar su cristiandad y legitimidad, su partida de casamiento sacada del testamento de la madre de Pedro Lucas y una información de testigos efectuada en esa ciudad. De su bisabuela doña Petronila Ibarguren presenta su testamento e informa su nobleza como descendiente de los conquistadores de Indias.
Se presenta la partida de bautismo de la abuela materna Da. Ana Carranza, del bisabuelo paterno Don Antolín de Allende, bisabuela paterna Da. Luisa de Larrea, del padre de la abuela paterna Don Pedro de Losa y de la madre de la abuela paterna, Da. Catalina Gutiérrez.
Muestra el acta de matrimonio de sus padres (Tomás y Bernardina) y de sus abuelos paternos D. Lucas y Da. Agueda de Losa.
Exhibe el testamento del padre de la abuela paterna, o sea del padre de Da. Agueda de Losa, el de la Bisabuela materna y en lugar del testamento de los bisbuelos maternos, presenta la carta de dote otorgada a su hija.
Don Pedro Lucas de Allende presenta como pruebas de nobleza varias informaciones presentadas ante los ayuntamientos locales[26]. Así adjunta:
1.     Una justificación de su nobleza (la suya) con un auto extendido en Córdoba en el año 1780, en que se le declaro hijodalgo notorio de sangre, mandando se le guarden las exenciones como tal.
2.     El título de sargento mayor de milicias extendido por el virrey del Perú
3.     Constancia del titulo de alcalde ordinario de la ciudad de Córdoba
4.     Una declaración de  noble hijodalgo de sangre y vizcaíno, originario en una justificación que a su pedido se hizo en el Valle de Gordejuela en las Encartaciones de Vizcaya
5.     Constancia de que el padre y el abuelo paterno residieron en Córdoba, y que el primero se desempeñó como Sargento Mayor y el segundo fue Maestre de Campo.
6.     Se adjunta un testimonio extendido por el Ayuntamiento del Valle de Gordejuela, que expresa que su bisabuelo paterno Antolín de Allende y Arechederra , que heredó la casa solariega en San Juan del Molinar[27] tuvo oficios honoríficos y concurrio a las elecciones de justicia del dicho valle en varias oportunidades.
Pedro Lucas de Allende tuvo que probar la nobleza de  su abuelo D.Lucas de Allende y Larrea, para lo que tuvo que encomendar a un apoderado, a la sazón don Francisco Gabriel de Beraza[28], para que procurase en el Valle de Gordejuela las informaciones pertinentes que acreditacen la misma.  La misma fue justificada por una prima segunda de Pedro Lucas de Allende, Da. Manuela de Allende y Ayerdi Salazar, a quien su padre José de Allende y Villamonde, hijo del hermano mayor de Lucas de Allende, había delegado el dominio de la casa solariega de Allende de Zubiete. Y en esa calidad fue que reconoció a Pedro Lucas de Allende como primo . En 30 de octubre de 1794 compareció Da. Manuela de Allende ante el Escribano Real del Valle de Gordejuela, y declaró que era “ bisnieta con la misma legitimidad de Antolín de Allende y de Isabel Luisa de Larra y Salazar, todos difuntos y vecinos originarios que fueron de este dicho Valle y de cuya Casa  y caserío de los que los susodichos fueron poseedores respectivamente en sus  tiempos , en este mismo valle, … Que igualmente don Lucas de Allende, natural  y originario de este mismo Valle, como hijo legítimo y de legítimo matrimonio de los dichos Antolín de Allende y doña Luisa de Larrea y hermano con la misma legitimidad de don Antonio de Allende, abuelo paterno de la exponente y que ambos salieron de la referida su casa y solar antiguo y que el referido don Lucas  pasó a los Reynos de las Indias y su ciudad Córdoba del Tucumán…”[29]
Agregaba mas adelante que “Lucas de Allende salió de la dicha casa solar … y que los susodichos son tenidos por nobles notorios hijosdalgos vizcaínos descendientes de las casas solariegas e infanzonas[30] de Allende, Larrea, Arechederra y Largacha, sitas y notorias en este  valle y una de las mas distinguidas e ilustres del pueblo y de la mayor antigüedad…”[31]

El Procurador síndico general de Córdoba da traslado a la información de nobleza procedente de Gordejuela,  e informa que reconocidos los autos sobre la nobleza del actual alcalde ordinario de primer voto de Salta, “aparece con sobrada justificación, que dicho don Pedro Lucas es descendiente legítimo de don Pedro de Losa Bravo y da. Catalina Gutiérrez, sus bisabuelos legítimos, y es nieto legítimo del Maestre de campo don Lucas de Allende y doña Agueda de Losa Bravo; como así mismo hijo legítimo del general don Tomas de Allende y da.  Bernardina de la Rosa Carranza, su madre y nieto de Don Francisco de la Rosa Vicentelo y da. Ana de Carranza y Herrera; bisnieto de don José de Carranza y Cabrera y doña Ana de Herrera y Velasco. Descendiente por esta parte de los primeros conquistadores y pobladores de esta ciudad y la de todos santos de la nueva Rioja, habiendo sido sus ascendientes acreedores por su calificada nobleza a los primeros oficios  honoríficos políticos, militares y eclesiásticos que han estado empleados según aparece en la información[32].
Agrega que consta al procurador que don Pedro Lucas tuvo educación correspondiente a su calidad, en el colegio de Nuestra Sra. de  Monserrat donde cursó sus estudios de filosofía y teología y recibió el grado de maestro[33], y  que por las leyes octava y nona, título séptimo libro primero y la diecinueve, título veintiuno, libro cuarto de la recopilación castellana, le conceden el fuero de hijodalgo, “en una atención parece que de justicia está precisada la integridad de vuesa merced, a declarar su nobleza y limpieza de sangre sin mácula alguna en las razas prevenidas por derecho mandando que como tal se le guarden sus fueros, prerrogativas, excepciones y  privilegios que corresponden a los nobles. Firmada en Córdoba 20 de octubre de 1780 por el síndico procurador Blas Joaquín de Brizuela[34].
Pedro Lucas de Allende en la Información realizada en 1780 en la ciudad de Salta, y que es la que presenta finalmente ante las autoridades del Consejo de Ordenes reales, como era requerido, abunda en transcripciones de actas de bautismos, matrimonios y defunciones, cartas de dote, y testamentos y diferentes informaciones levantadas por sus antepasados en diversas circunstancias, todas certificadas por las autoridades y escribanos pertinentes.
No hay dudas de la documentación referida a la familia Allende, en el Valle de Gordejuela, documentación que hoy mismo se puede consultar y verificar en los archivos de Viscaya. Tampoco existen dudas en relación a las partidas asentadas en los archivos de la ciudad de Córdoba, puesto que el Archivo del Arzobispado, es uno de los mas completos que tenemos en la actualidad, y hemos podido corroborar que las transcripciones son exactas.
Algunas partidas no pudieron hallarse por no existir los libros, en especial las que corresponden a Francisco Vicentelo de la Rosa en San Salvador de Jujuy.
Pero hay una información presentada que genera duda, y que ha sido cuestionada por algunos autores, especialmente por el Lic Alejandro Moyano Aliaga y D. Jorge Buscá Sust, y es la información de nobleza referida a los Losa Bravo. En el expediente que estamos analizando, se encuentra una petición de Don Pedro Lucas de Allende para que se acepte una prueba de nobleza presentada por su bisabuelo Pedro de Losa ante el cabildo de Córdoba en el año 1690. Sostienen Moyano Aliaga y Busca Sust en su estudio sobre la genealogía de los Losa Bravo[35], que la documentación presentada en el mismo, cuanto menos es falsa a la luz de que quienes certifican la probanza presentada en Córdoba por los Losa, es un alcalde ordinario llamado Maestre de Campo Juan de Sanfelice , que nunca lo fue en la ciudad de Córdoba, puesto que no existe constancia de que se haya desempeñado en nuestro medio un alcalde con ese nombre , y del que no hay mas registro que el citado en esa información, como receptor de la misma. También descalifican al escribano publico y de cabildo  Antonio de Zamacola, como firmante de esa documentación, puesto que en la fecha indicada en la aceptación de la información, septiembre de 1690, según las Actas Capitulares del Cabildo de Córdoba, no sesionó el cabildo. Con el añadido de que el Cabildo de Córdoba no contó con escribano hasta abril del año siguiente. Agrava aún mas los testigos presentados como vecinos de la ciudad de Córdoba, de los que tampoco se han encontrado referencias de que así hubieran sido.
Según estos autores, los Losa Bravo de los que desciende  doña Agueda de Losa Bravo, y por lo tanto don Pedro Lucas de Allende, eran originarios de Alcalá de los Gazules, pequeña población de Andalucía, cercana a Cádiz, según deducen del pase a Indias de Francisco de Loza Bravo y Lagunas y toda su famila, asentado en el libro de pasajeros de Indias en el año 1607. Este Francisco de Loza Bravo se estableció en Potosí donde se desempeñó como alcalde de minas de esa ciudad,  con una importante descendencia. Según su pase a Indias era hijo de Benito Rodríguez Bravo y Francisca de Paula, y lo acompañaban su mujer,  Doña María Montero y Domínguez, hija legítima de Diego Sánchez y Da. Catalina Montero, con sus hijos Juan Bravo, Da. Catalina, Francisco Losa, Diego Sánchez y Benito Losa.[36]
Es más, Fernando Allende Navarro autor de un excelente estudio sobre esta familia, menciona el expediente de Pedro Lucas, que le sirve como fuente documental, llamándolo Pedro Lucas de Allende Vicentelo de la Rosa Losa Bravo de Lagunas. En realidad en ninguna parte de los expedientes hemos encontrado mencionado el apellido Lagunas.[37] Pero todas maneras, Allende Navarro encuentra una explicación al supuesto origen burgalés de los Losa. Según este autor la familia Losa de marras, descendia de Benito de Losa Bravo de Lagunas, originario de la casa de Losa en las Montañas de Burgos. Casó con María de Mirabal y Villavicencio, y fueron padres de un Francisco de Losa Bravo de Lagunas y Mirabal, nacido en Jerez de la Frontera, caballero veinticuatro en ella, quien casó con María Montero, avecindándose en Alcalá de los Gazules, primero y trasladándose años más tarde a Indias, y estableciendo residencia en Potosí. Padres entre otros del Francisco de Losa Bravo de Lagunas y Montero que se estableció en Córdoba del Tucumán y casó con Catalina de Peralta, y padres de Pedro de Losa Bravo y Peralta, bisabuelo de nuestro personaje.[38]
La información presentada por Pedro Lucas de Allende difiere de estas dos opiniones. Presenta el traslado de una información de nobleza del Valle de Loza, en las Montañas de Burgos levantada allíen 1651 , según manifiesta por Miguel de Losa, un hermano de su bisabuelo Francisco de Loza, para ser utilizada por su hermano residente en Indias, y  declaran que es hijo de un José de Losa y de Da. Isabel de Velasco. Con lo que difiere de lo sostenido por Moyano Aliaga y Buscá Sust por un lado, y Allende Navarro por otro, que lo hacen hijo de Francisco de Losa Bravo y Lagunas y Da. María Montero. La transcripción de esta información está certificada en Córdoba por el citado alcalde San Felice de quien  Moyano y Busca Sust no han hallado evidencia de que haya existido[39].
Frente a este contexto divergente,  no hemos encontrado elementos que nos permitan probar la veracidad de la filiación de Francisco de Losa, según lo declarado por su descendiente, es decir, que era hijo de José de Losa y de Isabel de Velasco.
De todas maneras el acceso a la Orden no estaba relacionado con la nobleza de sangre, sino con los méritos  que la persona demostrar en relación a sus servicios de la Corona[40]. Sabemos  por lo visto en los primeros expedientes que Pedro Lucas no reunía los requisitos personales que se requerían según las leyes, pero tampoco fue la nobleza por la línea Losa Bravo el elemento determinante en la concesión. En todo caso si se advierte, a la  luz de los documentos contenidos en el expediente de Pedro Lucas de Allende, que ser descendiente de vizcaino, con nobleza y pureza de sangre comprobada, actuó como argumento de peso a favor de la misma.
Hubo otro  elemento que pudo haber contribuido a agilizar la aceptación de las pruebas presentadas y fue una donación que realizó Allende en octubre de 1795. En efecto en esa fecha  aparece en el periódico de Madrid, el Mercurio Histórico y Político, en el marco de un pedido de fondos para afrontar la guerra con Francia, constancia de una donación que realizan desde Córdoba, el Gobernador de Córdoba, Marques de Sobremonte, con 500 pesos; el Cabildo de Córdoba que se ofrecía a costear 500 hombres de su milicia en caso de invasión; el Colegio Nacional de Monserrat, con 250 pesos que eran los réditos que tenía la institución por 4 años (50 por año) y el Sargento Mayor Pedro Lucas de Allende quien donaba 100 pesos anuales y ofrecía su persona y la de sus hijos.[41] No sabemos si éste fue un elemento más o no. Recordemos que Sobremonte era amigo de Allende, el cabildo estaba controlado por la familia, del Colegio de Monserrat era ex alumno y asistían allí sus hijos y sobrinos, y cuanto menos nos parece sugestivo.
Coincidentemente, los testimonios  presentados por Allende fueron reconocidos por la Suprema Asamblea de Ordenes el 27 de noviembre del mismo año de 1795, o sea un mes después de publicada la mencionada colaboración.[42] Finalmente a solicitud del  interesado con fecha 18 de enero de 1796 el Cronista y Rey de Armas de su Majestad, don Juan Félix de Rújula, le otorgó un real despacho confirmatorio de Blasones de Armas, de nobleza y genealogía, enlaces, entronques, méritos y  servicios por las dos vías, paterna y materna.
Pedro Lucas de Allende había formado familia con María Javiera de Torres y Funes con la que tuvo 14 hijos: los coroneles Tomás Bailón y Faustino Allende, del presbítero Dr.José Saturnino Allende y de José Manuel, Lucas Antonio, María Teresa, Teresa, Mauricia, María Josefa, Manuela Javiera, José Pío Alberto, Martín Diego Estanislao, María Bernardina y María Genuaria de Allende y Torres. Falleció pocos años después, en 1801.
Para finalizar
Estos expedientes iniciados por don Pedro Lucas de Allende y por los que finalmente es nombrado Caballero de la Orden de Carlos III, nos llamaron particularmente la atención, porque en el territorio que a partir de 1776 conformó el Virreinato de Río de la Plata, fueron muy pocas las personas que tuvieron el privilegio de nombrados caballeros de alguna Orden. Desde 1668 hasta  fines del siglo XVIII, solamente 7 órdenes de Santiago, 1 de Calatrava, 1 de Alcántara y 5 de Carlos III se habían otorgado en nuestro territorio, y la mayoría de ellas fueron otorgadas a vecinos de Buenos Aires.  Sin embargo  entre  1791 a 1795 se concedieron de tres mercedes de hábitos de Carlos III: a José Martínez de Tineo, natural y vecino de la ciudad de Salta, en 1791, a Pedro Lucas de Allende, vecino de Córdoba pero residente en Salta por más de 20 años, en 1795, y Pedro José de Saravia, también natural y vecino de Salta, a quien igualmente se le concedió la merced de caballero  en 1795, las tres personas con cargos militares y relacionadas entre sí. Nos preguntamos entonces cómo surgió en estos personajes la inquietud de presentar sus informaciones para  recibir una Orden Nobiliaria, cuáles fueron las conexiones que tuvieron para llegar a la corte española y lograr recibir la recompensa anhelada.
Como dijimos al comienzo nuestro personaje integraba un grupo familiar que durante la segunda mitad del siglo XVIII controló el cabildo de la ciudad de Córdoba. Hecho que se trasluce en el interés demostrado por el marqués de Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba, que reiteradamente extendió notas de aval a la solicitud de su colaborador, así como las presentadas por el gobernador Mestre y el Virrey Arredondo. Lo que deja en evidencia que Allende contaba con un importante respaldo de los funcionarios que representaban la autoridad real, respaldo que probablemente llegó hasta la corte.
No es nuestra intención cuestionar la nobleza y legitimidad de esta familia, que tuvo una gran importancia en la historia de Córdoba, linaje que aún tiene una destacada actuación en la sociedad de Córdoba[43].
Simplemente nos preguntamos, a las luces de la lectura de estos expedientes, qué significado tenía para Pedro Lucas de Allende ser Caballero de la Orden de Carlos III en una Córdoba de fines de siglo XVIII, cuál el valor e influencia de este acto de nobleza en su vida cotidiana, que ya tenía una destacada actividad económica y un gran poder político como hemos comentado.
Contando entre sus antepasados a algunos beneméritos, lo que de hecho convalidaba su hidalguía, Pedro Lucas de Allende aspiró a alcanzar un grado más. La calidad de hijodalgo era ostentada por varios vecinos, y sin duda no era comparable con el prestigio que podía significar  la obtención de un hábito de alguna Orden, ya fuera militar o civil. Suponemos que el ser reconocido como Caballero de la Orden de Carlos III, incrementaba aún más el status de esta familia que ya tenía un lugar y reconocimiento social, político y económico en la población cordobesa. Quizás tuviera planes políticos de mayor envergadura que no pudieron cumplirse por su fallecimiento poco tiempo después.
Quedan en el aire estos interrogantes y muchos más, por lo que consideramos que esta es una primera aproximación al tema,  y  por lo tanto lo continuaremos investigando para intentar hallar una respuesta.
Córdoba, 31 de Agosto 2011


[1] Corona Paez, Sergio  Antonio, La nobleza como premio de los descubridores, pobladores  y pacificadores del septentrión novohispano, en: Revista Buen Aval, Nro. 6, Universidad Iberoamericana Torreón, México, Año 2008,  pág. 9. Varios autores  como Cadenas y Vincens, Rodríguez Liscano o Lira Montt coinciden en que al menos en los siglos XVI y XVII, el estatus de encomendero era condición sine qua non de la nobleza de linaje y solar conocido otorgado por las leyes de Indias.
[2] “…Aparentemente, Don Lucas Influyó para que sus tres hijos varones Tomás, José, y Santiago, concertaran alianzas matrimoniales con herederas procedentes de linajes arribeños. Su hijo mayor Tomás de Allende, casóse en 1738 con Bernardina Vicentelo de la Rosa y Carranza, nacida en Jujuy. Su otro hijo José casóse en 1754 con María Isidora de Ascasubi, hija de Marcos Ascasubi y de Rosalía de las Casas y Ponce de León, prima hermana de la segunda mujer de su hermano Santiago. María Isidora era probablemente sobrina de José de Ascasubi, dueño del ingenio de moler metales del Potosí llamado Pampa, y de la labor Arenas. Su otro hijo Santiago casóse en primeras nupcias con Engracia Arze, probablemente hija o sobrina del Contador Interino de la Real Casa de Moneda de Potosí, Coronel Felipe Santiago de Arze, o perteneciente a la familia Sanjuanina de los Jufré de Arce, y en segundas nupcias con María de la Cruz Mendiolaza, hija de José Joaquín Mendiolaza y de Teresa de las Casas y Ponce de León, prima hermana de la mujer de su hermano José. María de la Cruz era nieta de Gaspar de Mendiolaza, asentista del azogue de Huancavelida, que proveía los ingenios de la ribera de Potosí…” Cfr. SAGUIER, Eduardo, El parentesco como mecanismo de consolidación política de un patriciado colonial. el caso de las provincias rioplatenses del Virreinato Peruano (1700-1776), en :Estudios de Historia Social y Económica de América  Nro.10, Alcalá de Henares,España, 1993
[3] ROMERO CABRERA, Lilians Betty, La Casa de Allende y la clase dirigente:1750-1810, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1993, pág. 36
[4] Ibíd., pág. 39
[5] Archivo Histórico de Córdoba (AHC,) Hacienda, Salta, 25/8/1777
[6] ROMERO CABRERA, Lilians, op. cit., pag 36. Sólo como ejemplo, el Cabildo de 1780 estaba integrado por los regidores propietarios José, Santiago, y José Antonio de Allende; el Justicia Mayor Antonio de la Quintana y Sebreros, y el Alcalde de Segundo Voto Don Ambrosio Funes y Bustos, casados estos últimos con dos hermanas hijas del finado General Tomás de Allende y Losa, y sobrinas carnales en primer grado de los dos primeros regidores mencionados. Asimismo componían dicho Cabildo el Alcalde de Primer Voto Don Francisco Antonio Díaz, consuegro de un tío de las esposas del Justicia Mayor Quintana y del Alcalde Funes; un concuñado de Allende, el Procurador General de la Ciudad Don Francisco José de Uriarte; y los regidores Don José Prudencio Xixena y Francisco Hurtado de Mendoza, también eran parientes, así como Don Francisco de Armesto y Allende, Alcalde de 2do voto, hijo de María de Allende, hermana de José y Santiago de Allende. Cfr.: SAGUIER, Eduardo, Op. Cit, y ROMERO CABRERA, Lilians, Op. cit.
[7] Ibíd, pág. 107
[8]  Ibid, , fs 10R
[9] Archivo General de Simancas, (AGS) SGU,LEG, 6802,64, fs. 3v
[10] Ibid, fs. 6v
[11] Ibíd., fs 11R
[12] Una Real Orden del 22 de agosto de 1791 estableció la siguiente clasificación: Milicias disciplinadas o regladas: aquellas que tenían una plana mayor veterana y una asamblea reglada con su correspondiente régimen.
[13] AGS, SGU,LEG, 6802,64, fs 1R.
[14] AGS, SGU, LEG, 6806,2
[15] Ibid, fs 7R
[16] Ibid, 13V, 14R
[17] Ibid, Fs 5R
[18] LOHMANN VILLENA, Guillermo, Los americanos en las Órdenes Nobiliarias, Tomo I, Biblioteca de Historia de América, 1993, Pág. LV
[19] AGS, SGU, LEG, 6806, Fs 19R
[20] AGS, SGU, LEG, 6808, Fs. 27
[21] Ibíd., Fs.13R
[22] AGS, SGU, LEG, 6808, Fs. 5R, 5V y 6R
[23] Archivo Histórico Nacional de España, (AHN) /1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923
[24] LOHMANN VILLENA, Guillermo, óp. cit, pág. LIX
[25] ALLENDE NAVARRO, Fernando, La Casa-Torre Allende  del Valle de Gordejuela: origen y descendencia, Imprenta Nascimento, Chile, 1964, pág. 81
[26] LOHMANN VILLENA, Guillermo, Op. Cit, págs. XVIII, XIX. Sostiene Lohmann Villena que como las preeminencias que aparejaba la hidalguía se reducían propiamente a distinciones puramente honoríficas y limitadas al ámbito local, las ejecutorias solían presentarse, por lo regular, ante los cabildos de las poblaciones donde el interesado estaba avecindado,  ya que solo en ellas les valdrían las franquicias. Estas informaciones fueron  cuestionadas por la Sala de Justicia del Consejo de Órdenes, por lo que el 30 de enero de 1795 se aclaró que las ejecutorias de despachos de hidalguía que se librasen en las Chancillerías metropolitanas, para que pudiesen tener validez en Indias, debían presentarse en la Sala de Justicia del repetido Consejo, a fin de concederles la auxiliatoria inexcusable.
[27] Hijo de Juan de Allende y Basoco y María de Arechederra y Ortiz de Urtiaga, vecinos de San Juan del Molinar, en el Valle de Gordejuela. De este matrimonio descienden  varios hijos: 1- el citado Antolín, 2- María de Allende y Arechederra que casó con Martín de Chávarri con descendencia;3-Francisco de Allende y Arechederra, quien en 1651 , en vísperas de trasladarse a “tierras remotas” su padre hace en su nombre una información de nobleza e hidalguía con el síndico procurador general del Valle de Gordejuela, [27], y 4- Juan de Allende y Arechederra.
[28] Este don Francisco Gabriel de Beraza era vecino del Valle de Gueñes, próximo al Valle de Gordejuela, también perteneciente a las Encartaciones de Viscaya
[29] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923,fs 276
[30] El Señorío de Vizcaya se consideró como un solar único de nobleza, del que sus naturales primitivos y todos sus originarios son nobles hijosdalgo de sangre, con todos los derechos que les concede el derecho castellano y con los especiales que les dan sus propios fueros. No obstante, para probar su nobleza, todo vizcaíno, como vemos en innumerables expedientes de Órdenes Militares, debía probar el ejercicio de cargos municipales, o derecho de voto activo y pasivo de todos los Ayuntamientos del Señorío y  de sus Encartaciones, así como la asistencia como vecinos a sus Juntas generales locales y a los alardes, o ser mencionados como tales en las relaciones llamadas “fogueraciones”(son los recuentos, registros o censos de los “fuegos” o casas solariegas). Las ejecutorias de nobleza vizcaínas (Reales provisiones de vizcainía) se despachaban, tras juicio contradictorio, por la Sala especial de Vizcaya, en la real Chancillería de Valladolid.
[31] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923, Fs 282
[32] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923, Fs 157
[33] Ibid, Fs 158
[34] Ibid,  Fs 159
[35] MOYANO ALIAGA, Alejandro, BUSCA SUST, Jorge, Los Losa Bravo, Publicación Especial del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, 1992.
[36].AGI/16419//PASAJEROS,L.8,E.4725    
[37] ALLENDE NAVARRO, Fernando, Op. Cit, pág. 63
[38] Ibid,págs.. 83,84
[39] MOYANO ALIAGA, Alejandro, BUSCA SUST, Jorge, Los Losa Bravo, Publicación Especial del Centro de Estudios Genealógicos y Heáldicos de Córdoba, 1992, pág. 13
[40] FUERTES DE GILBERT Y ROJO, Manuel, Barón de Gavín, Nobleza, Órdenes y  Corporaciones nobiliarias españolas en la Edad Moderna,en: Anales de la Real Academia Matritense de Genealogía,Vl. VII, Años 2002-2003, pág. 85 . También: DE LA PUENTE, José, La Administración  colonial, en: BLAS, Patricio de, y otros, Historia común de Iberoamérica, Edit Edaf.Madrid, año 2000, pag. 235. Recordemos que el lema de la orden era pro virtute et merito, es decir por las virtudes y méritos personales de cada individuo.
[41] El Mercurio de España, Año III, septiembre 1795,pág.  195
[42] ALLENDE NAVARRO, Fernando, Op Cit, pág. 108
[43] “…A este linaje pertenecieron y pertenecen destacadas figuras de nuestro medio socio - político, tales como D. Pedro Lucas de Allende, Caballero de la Orden de Carlos III; el Dr. José Norberto de Allende, patriota de nuestra independencia, Miembro de Primera Junta Provincial de Gobierno de 1811 y bisabuelo del actual Presidente Provisorio del Senado de la Nación Dr. José Antonio Allende; el Cnel. Santiago Alejo de Allende, brillante militar muerto trágicamente en Cabeza del Tigre; el Dr. Fernando Félix de Allende, gobernador de Córdoba; el Ldo. José Antonio de Cabrera y Allende, diputado por Córdoba al Congreso de Tucumán; el Gral. Tomás de Allende, Tte. de Gobernador y Justicia Mayor; el Cnel. Faustino de Allende,.militar de gran prestigio; D. Benito Antonio de Allende, quien pasó a Chile…” , TEJERINA CARRERAS, Ignacio, Los Linajes Allende en Córdoba: un linaje común? En Boletín del Centro de Estudios Genealógicos de Córdoba, Nro 6, pág.21, Córdoba, año 1974.

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