XVII REUNION AMERICANA DE
GENEALOGIA
QUITO- ECUARDOR
Don Pedro Lucas de Allende y su
ingreso como Caballero de la Orden de
Carlos III
Alicia Sosa de Alippi
En
este trabajo analizamos las gestiones impulsadas por el capitán don Pedro Lucas
de Allende, vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, con el objeto de
recibir una merced de Caballero de la Orden de Carlos III. Dichas gestiones
llevaron varios años, con algunas alternativas que observaremos.
Pedro Lucas de Allende era miembro de una de
las familias más tradicionales de Córdoba. Sus antepasados habían llegado hacia
1640, cuando Córdoba ya era una ciudad consolidada, por lo que, al momento de
su establecimiento en la misma, no podían ser considerados miembros de esa
nobleza adquirida por los descubridores, conquistadores y primeros pobladores
llamados “Beneméritos de Indias”, que ocupaban cargos civiles, militares y
eclesiásticos y que eran además encomenderos de indios[1].
Los
Allende pertenecían a esa generación de hispanos que llegó a América en el
siglo XVII, y a los que por tal motivo,
se les complicó la incorporación a esa pequeña elite que controlaba el gobierno
de la ciudad, conformada por las primeras familias fundadoras. Para poder
pertenecer a ese sector social superior, apelaron a concertar acuerdos
matrimoniales ventajosos, los que fueron posibles gracias a sus recursos
económicos. Efectivamente, esta nueva generación de españoles que llegó a Indias por esa fecha, (cuando las
encomiendas y los cargos civiles, eclesiásticos y militares estaban ya
repartidos) en su mayoría se dedicaron al comercio y detentaron el poder
económico en una primera instancia. Cuando la Corona, por cuestiones financieras,
permitió el ingreso a los cargos concejiles a través de la compra, estos nuevos
linajes americanos rápidamente tuvieron acceso a ellos, con lo que además del
poder económico pudieron detentar el poder político. Lo demás es ya conocido.
Las familias fundadoras que solo tenían recursos por sus encomiendas, acordaban
enlaces matrimoniales entre sus
descendientes, con miembros de estas nuevas familias, posibilitando con ello el
ascenso social de estas últimas[2].
Con lo que a comienzos del siglo XVIII al menos en la ciudad de Córdoba, nos
encontramos con un conjunto de familias que, por decirlo de alguna manera,
habían alcanzado el poder a través de la compra de los distintos cargos de
Cabildo, que por otra parte estaban vinculadas entre sí e impedían el acceso de
otros interesados, como medio para mantenerse en el poder[3]. Se había producido una
especie de ruptura de la línea social por la cual comenzaba a desaparecer de
las funciones del cabildo el núcleo social tradicional, la de los descendientes
de los beneméritos, estableciéndose en el poder local un nuevo sector, el criollo o español americano.
Reiteramos
entonces, la familia Allende formaba parte de esta nueva clase que además de
contar con importantes recursos económicos, ocupaba el gobierno de la ciudad.[4] Fundamentalmente se
dedicaron al comercio, en especial de mulas, y al intercambio mercantil. Realizaban
las invernadas de sus animales en Salta y Jujuy, donde tenían los corrales
desde comienzo de siglo. Con ello, el tránsito comercial entre Córdoba y el
Norte por parte de los miembros de esta familia, era intenso. Allí se había
radicado entre otros, al menos durante unos años, don Pedro Lucas de Allende, quien además
de desempeñarse como Sargento mayor, atendía los negocios familiares, tal como
lo demuestran varios documentos que encontramos en el Archivo Histórico de
Córdoba (AHC).[5]
El
acceso a las funciones políticas de esta familia, sucede a partir de la segunda
mitad del siglo XVIII, definida por la
compra de varios oficios, puestos a la venta por el Gobernador Interino Joaquín
de Espinosa y Dávalos, con el fin de contrarrestar
el poder hegemonizado en Córdoba por otra
familia local, los Echenique. Esa acción fue determinante para la
consolidación de los Allende como un nuevo bloque de poder.
Como
nos comenta Romero Cabrera, esta familia vinculando entre sí las varas de
Alcalde y los oficios de Regidores, buscaba mantenerse siempre en el gobierno local
para impedir el acceso de quienes no fueran sus partidarios. Este círculo
familiar que administraba el poder, estaba integrado entre otros por
don Tomás de Allende y Losa , que tuvo el cargo de regidor propietario,
don José y don Santiago de Allende, sus hermanos, que también se desempeñaron
como regidores y accedieron al grado militar de General; don Antonio de Allende (regidor propietario),
don José Uriarte ( concuñado de uno de ellos, procurador general), Don Gregorio
de Arrascaeta, cuñado de los primeros; don Antonio de la Quintana, yerno de don
Tomás de Allende ocupó el cargo de Justicia Mayor; don Santiago de Allende y
Losa, y su primo hermano Antonio de Allende y
Villamonte fueron regidores; don
Francisco de Armesto (hijo de da María
de Allende, hermana de los primeros) fue Alcalde de 1er y 2do voto[6], por citar algunos de los
miembros de este linaje que ocuparon distintos espacios de poder. Durante varios períodos controlaron el Cabildo
de Córdoba, al menos hasta 1801, distribuyendo los cargos como acabamos de
mencionar, entre hermanos, sobrinos, cuñados, y yernos.
Esta
familia además forjó una especial relación con el Marqués de
Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán desde 1764, con quien
trabajaron estrechamente, participando a su lado en varios conflictos políticos
de la época, y a quien incluso financiaron para solventar obras públicas
inherentes al mejoramiento de la ciudad. En especial Don Pedro Lucas de
Allende, una vez que regresó a Córdoba finalizado su desempeño como Sargento
mayor de las milicias urbanas de caballería de Nuestra Señora de la Viña en
Salta, tuvo una activa participación en el gobierno de la ciudad y una aplicada
colaboración en la gestión del marqués, desempeñándose bajo su administración
como Coronel de milicias y Síndico Procurador General.[7]
En
este entorno entonces, del que hemos realizado una escueta referencia, debemos
ubicar a Don Pedro Lucas de Allende, quien
aspiraba a recibir una merced de hábito de alguna de las Órdenes
vigentes en aquellos años.
Así el 20 de noviembre de 1787 D. Pedro Lucas Allende, sargento mayor de las Milicias de
Salta, decide iniciar
ante el Consejo de Ordenes en España un expediente, en el que solicitaba se le
concediera una merced de hábito de alguna
de las órdenes, ya fuera de la Orden de Santiago o la de Calatrava. Para ello adjunta
un memorial, con los distintos servicios prestados certificados por el
entonces gobernador intendente don
Andrés de Mestre.
De
la información presentada sabemos de su
desempeño durante casi seis años como
Sargento Mayor en la ciudad de Salta, y
que además había ocupado en ese tiempo varias funciones: Alcalde Ordinario y
Procurador General de la misma ciudad[8].
Adjuntaba además una carta del Gobernador de Córdoba del Tucumán, el
marqués Rafael de Sobremonte, quien destacaba la defensa que había hecho
Allende de las fronteras del norte de la Gobernación, “ …habiéndose avecindado Allende
en Córdoba, su patria, hace hoy en sus milicias el servicio que se ofrece en su
clase, y en útil defensa de aquella frontera, hostilizada de los indios
infieles”.[9]
Agregaba Sobremonte que “La confianza que el gobernador de esta provincia capital ha hecho de
él; y aunque estos cortos méritos, no exigen recompensa: con todo fiado en la
Real Piedad, con que V. Majestad. Acostumbra premiar de un modo digno de un
gran Rey los servicios más humildes de sus amados vasallos….A V. Majestad.,
pide tenga bondad de ejercer esta misma real clemencia, en el suplicante de una
merced en el hábito de Santiago o de Calatrava, favor que espera de la Real
Piedad de V. Real Majes.[10]
Destacaba
además el Gobernador Intendente que había cumplido eficazmente sus funciones,
que había promovido la construcción de un puente de cal y canto en la ciudad de
Córdoba, y que habiéndose sublevado a las
ocho leguas de esta ciudad dos compañías de milicianos de San Miguel de
Tucumán, se ofreció Allende a armar un cuerpo de milicianos que concurrió a
sofocar la rebelión.[11]
Sin
embargo, poca suerte tuvo en esta solicitud don Pedro Lucas, puesto que,
después de requerirle que informara si el cargo de Sargento mayor de milicias
de Salta tenía confirmación real, se confirmó que no la tenía porque se trataba
de un nombramiento que efectuara el Virrey Amat, “pero sin denominación de milicias regladas”[12], razón por la que
suponemos se le denegó la solicitud el 18 de octubre de 1789.[13]
No
pasó mucho tiempo antes de que don Pedro Lucas de Allende insistiera con la
presentación de otro expediente[14] ante la Corona o las
autoridades pertinentes para que se le concediera la ansiada merced. En este
segundo expediente iniciado en 1790, nuevamente manifestaba su aspiración a
pertenecer al hábito de Santiago o de Calatrava, y en esta oportunidad agregaba
también como opción la Cruz de Gracia de la Orden de Carlos III.
En
el escrito presentado en esta ocasión, insiste con los méritos mencionados en
el anterior, adjunta igualmente varias constancias de los
servicios ya mencionados, con las certificaciones correspondientes y es muy
similar en su contenido al primer expediente.
Se diferencia del primero, en que presenta una
carta de aval del Virrey de Buenos Aires Nicolás de Arredondo recomendando a
Pedro Lucas para la merced de habito, en virtud de desempeñarse como sargento
mayor, haber tenido destacada participación en la defensa de los infieles, y
haberse desempeñado como alcalde ordinario y síndico procurador de Salta,
datada la carta en Buenos Aires el 21 de
enero de 1791.[15]
Y
se añade además una nueva carta del Gobernador Marqués de Sobremonte, en
términos similares a la primera que entregara, en la
que insiste que “Este Sargento
Mayor de milicias vecino y natural de esta ciudad sirve con todo celo y
exactitud en cuanto se le encarga el real servicio cuyas circunstancias
acreditó en el año 1786 que salió a mis órdenes en oposición de los indios
infieles que amenazaban la frontera; desempeñó perfectamente el encargo de
Sargento Mayor de todo el Cuerpo Milicias con que pase a ella, a que le destiné
conociendo su buen talento agilidad y disposición para cuanto es del servicio
de V.M continua dándome repetidas
pruebas de ello, por lo cual, y el que ha contraído en la provincia inmediata
de Salta, informé al augusto padre de VM en 5 de septiembre de 1787 que lo
consideraba acreedor a los efectos de su Real Piedad en la Merced de Habito que
solicitó en las ordenes de Santiago o Calatrava
y este mismo informe debo reproducir ahora en la nueva instancia que
promueve a la Cruz de la gracia de la Orden de Carlos III en el caso que no sea
del agrado de VM atenderle en alguna de
las dos militares referidas.[16]
En
el legajo, en que se incluyen las distintas instancias burocráticas, queda en
evidencia que para los responsables de analizar los méritos de los aspirantes a
las órdenes, sus créditos no eran suficientes, y así lo manifiestan: “La mesa encargada de analizar estos
expedientes expresa que consecuente a la
Real Orden de 22 de Agosto de 1783 que no consta en ellas si son milicias
disciplinadas o urbanas donde sirve Allende de sargento mayor, ni que tampoco
tenga real despacho de su empleo, e igualmente carece haya servido otro empleo
militar Y solo justifica según expresa el Virrey Arredondo 5 años, 6 meses, 23
días de servicios en el actual que ejerce[17].
Estaban
en vigencia varias resoluciones reales que venían a conspirar contra las
aspiraciones de Pedro Lucas: una resolución puesta en vigencia el 15 de abril de 1769, que establecía que los miembros de las tropas españolas que
aspiraran a una merced de hábito, debían haber servido de Oficial en los
cuerpos veteranos durante cuatro años; en los regimientos de milicias reglada,
(que era el caso más frecuente en Indias), se requería haber permanecido en
ellas tiempo doble, sin interrupción alguna, y con la misma graduación.[18] Aún más pesaba en su
contra una Real Orden de 1 de octubre de
1773, que determinaba que para poder acceder a una merced de hábito, los
Oficiales de las Milicias disciplinadas de Indias debían acreditar seis años
sirviendo una capitanía o doce como subalterno ascendido a capitán.
En
otras palabras los servicios que alegaba Pedro Lucas no cumplían con los requerimientos establecidos por las autoridades españolas, o
eran insuficientes. Y tanto fue así que el Marqués de Bajamar, procedía a
informar con fecha de 5 de enero de 1792 que: “Habiendo hecho presente al Rey la instancia de don Pedro Lucas de
Allende vecino de la ciudad de Córdoba del Tucumán, que VE me remitió de oficio
el 5 de noviembre último acompañando la carta del virrey de 21 de enero próximo
pasado Nro. 46 por la cual solicita merced de hábito en la orden Santiago,
Calatrava o en su defecto la Cruz de Carlos III, no ha venido Su Majestad en adherir a ninguna de ellas[19]
Podríamos
suponer que después de estas dos denegaciones nuestro Pedro Lucas había
desistido de solicitar alguna merced de hábito. Qué sucedió en el camino, que
contactos tuvo en España o que recursos utilizó para llegar a la Corte no
podemos saberlo, solo suponemos que algo ocurrió después de esta segunda
denegación, porque encontramos otro expediente[20], ésta vez fechado en
Palacio en 4 de julio de 1793, es decir, un año y medio después, que trata de
un requerimiento que hace el Duque de
Alcudia, al Conde de Campo de Alange, solicitando información de la solicitud
que efectuara Allende, pues debía informarle al Rey que había sucedido con ella,
y lo hacía en los siguientes términos: Debiendo yo informarme para dar cuenta al rey
de cierta solicitud del mérito y circunstancias de don Pedro Lucas de Allende,
sargento mayor de las milicias de Salta, espero que VE se sirva decirme lo que
sepa y busque acerca de este sujeto. Dios guarde a V; Aranjuez, 27 de junio de
1793. Firma Duque de Alcudia[21]
El
Conde de Campo de Alange le informaba que “en
la secretaría de despacho de guerra constaba que don Pedro Lucas de Allende era sargento
mayor de las milicias urbanas de caballería de nuestra señora de la viña en la
provincia de Tucumán, en virtud de un despacho librado por el virrey de Lima
Don Manuel Amat en 7 de junio de 1776, y que sucesivamente obtuvo los de
alcalde ordinario y procurador general de la ciudad de Córdoba, donde promovió
la construcción de un puente de cal y
canto que proporciona al público las mayores ventajas , que también sirvió con
su persona y bienes en la sublevación del Perú cuando los insurgentes quisieron
propagarse en la expresada provincia, desempeñó igualmente otros encargos que
le confiaron, todo lo acredita con su informe el gobernador de aquella
provincia marqués de Sobremonte, apoyando la instancia que dirigió solicitando
la merced de hábito en las órdenes de Calatrava o Santiago, y en su defecto La
cruz de gracia en la de Carlos III que no tuvo su majestad a bien acceder a
ello”.
Informaba
además que dicha solicitud se le había negado “teniendo presente la R. Ordenanza de 22 de agosto de 1791 que exceptúa
de las gracias a Mercedes de Hábitos de las Órdenes Militares a Individuos de
Milicias que carecen de Real despacho y no tienen los años de servicios que se
prefijan.[22],
es decir otra Real Ordenanza que se sumaba a las que ya hemos mencionado.
El
duque de Alcudia no era otro que Manuel Godoy, el famoso primer ministro del Rey Carlos IV,
lo que nos está señalando que el mismo Rey había solicitado información sobre
lo ocurrido con la solicitud de Allende. Evidentemente hubo una gestión, un
pedido de alguien por lo cual, el rey que había rechazado en dos oportunidades
el pedido de Pedro Lucas de Allende, ahora se interesa personalmente.
Cuáles
fueron los contactos, nos preguntamos? Nos inclinamos a pensar que podrían
haber sido gestionados por el Marqués de Sobremonte, su amigo personal, y a
quien los Allende se preocuparon por apoyar y colaborar económicamente en su
gestión. Pero también pudo ser fruto de
algunos contactos que su tío don Gregorio de Arrascaeta, marido de su
tía María de Allende, importante comerciante de Córdoba, había dejado en Madrid
como resultado de los viajes comerciales que realizara a la madre patria. O habrá
sido alguna gestión de la persona en quien confió poder para que gestionara sus
pruebas de nobleza en Vizcaya?
Como
fuera que hubiere sucedido lo cierto es que en un decreto de 30 de marzo de
1794 el Rey le dio merced de la Real
Orden Española de Carlos III a don Pedro Lucas de Allende, sargento mayor del
regimiento de milicias de la provincia
de Salta, en el Tucumán, con lo que debía proceder a presentar las pruebas de
hidalguía necesarias para consolidar esa merced real.
Es
en otro expediente, el cuarto, en el que encontramos esas pruebas.[23] Presenta a tal efecto
transcripciones de los documentos requeridos, es decir, partidas de bautismo,
matrimonio, y defunción de cuatro generaciones, la suya, la de sus padres,
abuelos y bisabuelos, además de certificaciones correspondientes a funciones
desempeñadas y nobleza.
Recordemos
que a los residentes en las posesiones de
Ultramar, a diferencia de los de la península que solo debían acreditar o
probar nobleza hasta sus bisabuelos, a los americanos se les exigía demostrarla
hasta el entronque con el primer emigrado de la península. “En algunos casos esto requería acreditar
actos positivos varias generaciones atrás (con los obstáculos y complicaciones
de la época y la dificultad de acceso a los documentos, etc)”[24]
Lohmann Villena, nos informa que una vez que el
interesado enviaba el poder especial con todos los instrumentos calificativos
de la legitimidad y limpieza de sangre de sus antecesores que hubieran residido
en Indias, haciendo mérito de la hidalguía
de sangre que les correspondiere, debía demostrar la legitimidad con los
instrumentos oficiales de rigor, partidas sacramentales y notariales, la
limpieza de sangre, hidalguía y cristiandad que se acreditaban mediante
informaciones testimoniales, y con los juicios contradictorios ventilados en
las Chancillerías de Valladolid y Granada. Estos requisitos alcanzaban hasta
los abuelos en las cuatro Órdenes militares; en la civil de Carlos III hasta
los bisabuelos.
Genealogía
y Pruebas presentadas:
No
vamos a analizar detalladamente toda la documentación presentada, porque no
responde al objetivo de este trabajo. Pero vamos a informar que de la
genealogía que Pedro Lucas de Allende presenta se desprende que era hijo
legítimo de D. Tomás de Allende y de Da. Bernardina de la Rosa, ambos naturales de Córdoba del Tucumán.
Por
línea paterna era nieto de D. Lucas de Allende, natural del valle de Gordejuela,
en las encartaciones de Vizcaya, y de Da. Águeda de Losa, natural de Córdoba
del Tucumán. D. Lucas de Allende y Larrea, tuvo destacada actuación en el
cabildo de Córdoba, en la segunda mitad del siglo XVII, habiéndose desempeñado como
Alcalde Ordinario en dos ocasiones, Síndico Procurador General, Gobernador
Político en sustitución y Maestre de Campo de los Reales Ejércitos, por citar
algunos.[25]
Bisnieto
por esta misma línea de don Antolín de Allende
y de da. Luisa de Larrea ambos naturales del Valle de Gordejuela, y de
don Pedro de Losa y Da. Catalina Gutiérrez ambos naturales de Córdoba del Tucumán.
Por
línea materna era nieto de don Francisco Vicentelo de la Rosa, natural
de San Salvador de Jujuy en la Gobernación del Tucumán, y de Da. Ana Carranza,
natural de Córdoba, ambos de la gobernación del Tucumán,
Bisnieto
por esta línea de don Francisco Vicentelo de la Rosa, natural de Granada, y de
da. Petronila Ibarguren, natural de San Salvador de Jujuy, y de don José
Carranza y Da. Ana de Herrera, ambos de Córdoba del Tucumán,
Presenta
en el expediente las partidas de bautismo de:
La
suya, y las de su padre D. Tomás de
Allende, de su madre da. Bernardina de la Rosa, de su abuelo paterno D. Lucas
de Allende. De su abuela paterna Da. Águeda de Losa no presenta porque no fue
hallada, en cambio presenta la partida de defunción. Tampoco se presenta la partida
del abuelo materno Don Francisco Vicentelo de la Rosa, por no haberse hallado
los libros de bautismo de San Salvador de Jujuy, presentándose para justificar
su cristiandad y legitimidad, su partida de casamiento sacada del testamento de
la madre de Pedro Lucas y una información de testigos efectuada en esa ciudad.
De su bisabuela doña Petronila Ibarguren presenta su testamento e informa su
nobleza como descendiente de los conquistadores de Indias.
Se
presenta la partida de bautismo de la abuela materna Da. Ana Carranza, del
bisabuelo paterno Don Antolín de Allende, bisabuela paterna Da. Luisa de Larrea,
del padre de la abuela paterna Don Pedro de Losa y de la madre de la abuela
paterna, Da. Catalina Gutiérrez.
Muestra el acta de matrimonio de
sus padres (Tomás y Bernardina) y de sus abuelos paternos D. Lucas y Da. Agueda
de Losa.
Exhibe el testamento del padre de
la abuela paterna, o sea del padre de Da. Agueda de Losa, el de la Bisabuela
materna y en lugar del testamento de los bisbuelos maternos, presenta la carta
de dote otorgada a su hija.
Don Pedro Lucas de Allende presenta como pruebas de nobleza varias
informaciones presentadas ante los ayuntamientos locales[26]. Así adjunta:
1.
Una justificación de su nobleza (la suya) con un auto
extendido en Córdoba en el año 1780, en que se le declaro hijodalgo notorio de
sangre, mandando se le guarden las exenciones como tal.
2.
El título de sargento mayor de milicias extendido por el
virrey del Perú
3.
Constancia del titulo de alcalde ordinario de la ciudad de
Córdoba
4.
Una declaración de noble hijodalgo de sangre y vizcaíno,
originario en una justificación que a su pedido se hizo en el Valle de
Gordejuela en las Encartaciones de Vizcaya
5.
Constancia de que el padre y el abuelo paterno residieron en
Córdoba, y que el primero se desempeñó como Sargento Mayor y el segundo fue
Maestre de Campo.
6.
Se adjunta un testimonio extendido por el Ayuntamiento del
Valle de Gordejuela, que expresa que su bisabuelo paterno Antolín
de Allende y Arechederra , que heredó la casa solariega en San Juan del Molinar[27] tuvo oficios honoríficos y
concurrio a las elecciones de justicia del dicho valle en varias oportunidades.
Pedro Lucas de Allende tuvo que
probar la nobleza de su abuelo D.Lucas
de Allende y Larrea, para lo que tuvo que encomendar a un apoderado, a la sazón
don Francisco Gabriel de Beraza[28], para
que procurase en el Valle de Gordejuela las informaciones pertinentes que
acreditacen la misma. La misma fue justificada
por una prima segunda de Pedro Lucas de Allende, Da. Manuela de Allende y
Ayerdi Salazar, a quien su padre José de Allende y Villamonde, hijo del hermano
mayor de Lucas de Allende, había delegado el dominio de la casa solariega de
Allende de Zubiete. Y en esa calidad fue que reconoció a Pedro Lucas de Allende
como primo . En 30 de octubre de 1794 compareció Da. Manuela de Allende ante el
Escribano Real del Valle de Gordejuela, y declaró que era “ bisnieta con la misma legitimidad de Antolín
de Allende y de Isabel Luisa de Larra y Salazar, todos difuntos y vecinos
originarios que fueron de este dicho Valle y de cuya Casa y caserío de los que los susodichos fueron
poseedores respectivamente en sus
tiempos , en este mismo valle, … Que igualmente don Lucas de Allende,
natural y originario de este mismo
Valle, como hijo legítimo y de legítimo matrimonio de los dichos Antolín de
Allende y doña Luisa de Larrea y hermano con la misma legitimidad de don
Antonio de Allende, abuelo paterno de la exponente y que ambos salieron de la
referida su casa y solar antiguo y que el referido don Lucas pasó a los Reynos de las Indias y su ciudad
Córdoba del Tucumán…”[29]
Agregaba mas adelante que “Lucas de
Allende salió de la dicha casa solar … y que los susodichos son tenidos por
nobles notorios hijosdalgos vizcaínos descendientes de las casas solariegas e infanzonas[30]
de Allende, Larrea, Arechederra y Largacha, sitas y notorias en este valle y una de las mas distinguidas e
ilustres del pueblo y de la mayor antigüedad…”[31]
El
Procurador síndico general de Córdoba da traslado a la información de nobleza
procedente de Gordejuela, e informa que
reconocidos los autos sobre la nobleza del actual alcalde ordinario de primer
voto de Salta, “aparece con sobrada
justificación, que dicho don Pedro Lucas es descendiente legítimo de don Pedro
de Losa Bravo y da. Catalina Gutiérrez, sus bisabuelos legítimos, y es nieto
legítimo del Maestre de campo don Lucas de Allende y doña Agueda de Losa Bravo;
como así mismo hijo legítimo del general don Tomas de Allende y da. Bernardina de la Rosa Carranza, su madre y
nieto de Don Francisco de la Rosa Vicentelo y da. Ana de Carranza y Herrera;
bisnieto de don José de Carranza y Cabrera y doña Ana de Herrera y Velasco.
Descendiente por esta parte de los primeros conquistadores y pobladores de esta
ciudad y la de todos santos de la nueva Rioja, habiendo sido sus ascendientes
acreedores por su calificada nobleza a los primeros oficios honoríficos políticos, militares y
eclesiásticos que han estado empleados según aparece en la información[32].
Agrega
que consta al procurador que don Pedro Lucas tuvo educación correspondiente a
su calidad, en el colegio de Nuestra Sra. de
Monserrat donde cursó sus estudios de filosofía y teología y recibió el
grado de maestro[33],
y que por las leyes octava y nona,
título séptimo libro primero y la diecinueve, título veintiuno, libro cuarto de
la recopilación castellana, le conceden el fuero de hijodalgo, “en una atención parece que de justicia está
precisada la integridad de vuesa merced, a declarar su nobleza y limpieza de sangre sin mácula alguna en las razas
prevenidas por derecho mandando que como tal se le guarden sus fueros,
prerrogativas, excepciones y privilegios
que corresponden a los nobles. Firmada en Córdoba 20 de octubre de 1780 por
el síndico procurador Blas Joaquín de Brizuela[34].
Pedro Lucas de Allende en la
Información realizada en 1780 en la ciudad de Salta, y que es la que presenta
finalmente ante las autoridades del Consejo de Ordenes reales, como era
requerido, abunda en transcripciones de actas de bautismos, matrimonios y
defunciones, cartas de dote, y testamentos y diferentes informaciones
levantadas por sus antepasados en diversas circunstancias, todas certificadas
por las autoridades y escribanos pertinentes.
No hay dudas de la documentación
referida a la familia Allende, en el Valle de Gordejuela, documentación que hoy
mismo se puede consultar y verificar en los archivos de Viscaya. Tampoco
existen dudas en relación a las partidas asentadas en los archivos de la ciudad
de Córdoba, puesto que el Archivo del Arzobispado, es uno de los mas completos
que tenemos en la actualidad, y hemos podido corroborar que las transcripciones
son exactas.
Algunas partidas no pudieron
hallarse por no existir los libros, en especial las que corresponden a
Francisco Vicentelo de la Rosa en San Salvador de Jujuy.
Pero hay una información
presentada que genera duda, y que ha sido cuestionada por algunos autores,
especialmente por el Lic Alejandro Moyano Aliaga y D. Jorge Buscá Sust, y es la
información de nobleza referida a los Losa Bravo. En el expediente que estamos
analizando, se encuentra una petición de Don Pedro Lucas de Allende para que se
acepte una prueba de nobleza presentada por su bisabuelo Pedro de Losa ante el
cabildo de Córdoba en el año 1690. Sostienen Moyano Aliaga y Busca Sust en su
estudio sobre la genealogía de los Losa Bravo[35], que la
documentación presentada en el mismo, cuanto menos es falsa a la luz de que
quienes certifican la probanza presentada en Córdoba por los Losa, es un
alcalde ordinario llamado Maestre de Campo Juan de Sanfelice , que nunca lo fue
en la ciudad de Córdoba, puesto que no existe constancia de que se haya desempeñado
en nuestro medio un alcalde con ese nombre , y del que no hay mas registro que
el citado en esa información, como receptor de la misma. También descalifican
al escribano publico y de cabildo
Antonio de Zamacola, como firmante de esa documentación, puesto que en
la fecha indicada en la aceptación de la información, septiembre de 1690, según
las Actas Capitulares del Cabildo de Córdoba, no sesionó el cabildo. Con el
añadido de que el Cabildo de Córdoba no contó con escribano hasta abril del año
siguiente. Agrava aún mas los testigos presentados como vecinos de la ciudad de
Córdoba, de los que tampoco se han encontrado referencias de que así hubieran
sido.
Según estos autores, los Losa
Bravo de los que desciende doña Agueda
de Losa Bravo, y por lo tanto don Pedro Lucas de Allende, eran originarios de
Alcalá de los Gazules, pequeña población de Andalucía, cercana a Cádiz, según
deducen del pase a Indias de Francisco de Loza Bravo y Lagunas y toda su
famila, asentado en el libro de pasajeros de Indias en el año 1607. Este
Francisco de Loza Bravo se estableció en Potosí donde se desempeñó como alcalde
de minas de esa ciudad, con una
importante descendencia. Según su pase a Indias era hijo de Benito Rodríguez
Bravo y Francisca de Paula, y lo acompañaban su mujer, Doña María Montero y Domínguez, hija legítima
de Diego Sánchez y Da. Catalina Montero, con sus hijos Juan Bravo, Da.
Catalina, Francisco Losa, Diego Sánchez y Benito Losa.[36]
Es más, Fernando Allende Navarro
autor de un excelente estudio sobre esta familia, menciona el expediente de
Pedro Lucas, que le sirve como fuente documental, llamándolo Pedro Lucas de Allende Vicentelo de la Rosa
Losa Bravo de Lagunas. En realidad en ninguna parte de los expedientes
hemos encontrado mencionado el apellido Lagunas.[37] Pero
todas maneras, Allende Navarro encuentra una explicación al supuesto origen
burgalés de los Losa. Según este autor la familia Losa de marras, descendia de
Benito de Losa Bravo de Lagunas, originario de la casa de Losa en las Montañas
de Burgos. Casó con María de Mirabal y Villavicencio, y fueron padres de un
Francisco de Losa Bravo de Lagunas y Mirabal, nacido en Jerez de la Frontera,
caballero veinticuatro en ella, quien casó con María Montero, avecindándose en
Alcalá de los Gazules, primero y trasladándose años más tarde a Indias, y
estableciendo residencia en Potosí. Padres entre otros del Francisco de Losa
Bravo de Lagunas y Montero que se estableció en Córdoba del Tucumán y casó con
Catalina de Peralta, y padres de Pedro de Losa Bravo y Peralta, bisabuelo de
nuestro personaje.[38]
La información presentada por Pedro
Lucas de Allende difiere de estas dos opiniones. Presenta el traslado de una
información de nobleza del Valle de Loza, en las Montañas de Burgos levantada
allíen 1651 , según manifiesta por Miguel de Losa, un hermano de su bisabuelo
Francisco de Loza, para ser utilizada por su hermano residente en Indias, y declaran que es hijo de un José de Losa y de
Da. Isabel de Velasco. Con lo que difiere de lo sostenido por Moyano Aliaga y
Buscá Sust por un lado, y Allende Navarro por otro, que lo hacen hijo de
Francisco de Losa Bravo y Lagunas y Da. María Montero. La transcripción de esta
información está certificada en Córdoba por el citado alcalde San Felice de quien
Moyano y Busca Sust no han hallado
evidencia de que haya existido[39].
Frente a este contexto
divergente, no hemos encontrado
elementos que nos permitan probar la veracidad de la filiación de Francisco de
Losa, según lo declarado por su descendiente, es decir, que era hijo de José de
Losa y de Isabel de Velasco.
De todas maneras el acceso a la
Orden no estaba relacionado con la nobleza de sangre, sino con los méritos que la persona demostrar en relación a sus
servicios de la Corona[40]. Sabemos por lo visto en los primeros expedientes que
Pedro Lucas no reunía los requisitos personales que se requerían según las
leyes, pero tampoco fue la nobleza por la línea Losa Bravo el elemento
determinante en la concesión. En todo caso si se advierte, a la luz de los documentos contenidos en el expediente
de Pedro Lucas de Allende, que ser descendiente de vizcaino, con nobleza y pureza
de sangre comprobada, actuó como argumento de peso a favor de la misma.
Hubo
otro elemento que pudo haber contribuido
a agilizar la aceptación de las pruebas presentadas y fue una donación que realizó
Allende en octubre de 1795. En efecto en esa fecha aparece en el periódico de Madrid, el Mercurio
Histórico y Político, en el marco de un pedido de fondos para afrontar la
guerra con Francia, constancia de una donación que realizan desde Córdoba, el
Gobernador de Córdoba, Marques de Sobremonte, con 500 pesos; el Cabildo de
Córdoba que se ofrecía a costear 500 hombres de su milicia en caso de invasión;
el Colegio Nacional de Monserrat, con 250 pesos que eran los réditos que tenía
la institución por 4 años (50 por año) y el Sargento Mayor Pedro Lucas de
Allende quien donaba 100 pesos anuales y ofrecía su persona y la de sus hijos.[41] No sabemos si éste fue un
elemento más o no. Recordemos que Sobremonte era amigo de Allende, el cabildo
estaba controlado por la familia, del Colegio de Monserrat era ex alumno y asistían
allí sus hijos y sobrinos, y cuanto menos nos parece sugestivo.
Coincidentemente,
los testimonios presentados por Allende fueron
reconocidos por la Suprema Asamblea de Ordenes el 27 de noviembre del mismo año
de 1795, o sea un mes después de publicada la mencionada colaboración.[42] Finalmente a solicitud
del interesado con fecha 18 de enero de
1796 el Cronista y Rey de Armas de su Majestad, don Juan Félix de Rújula, le
otorgó un real despacho confirmatorio de Blasones de Armas, de nobleza y
genealogía, enlaces, entronques, méritos y
servicios por las dos vías, paterna y materna.
Pedro Lucas de
Allende había formado familia con María Javiera de Torres y Funes con la que tuvo 14 hijos: los coroneles
Tomás
Bailón y Faustino
Allende, del
presbítero Dr.José Saturnino Allende y de José Manuel, Lucas Antonio, María
Teresa, Teresa, Mauricia, María Josefa, Manuela Javiera, José Pío Alberto,
Martín Diego Estanislao, María Bernardina y María Genuaria de Allende y Torres.
Falleció pocos años después, en 1801.
Para finalizar
Estos
expedientes iniciados por don Pedro Lucas de Allende y por los que finalmente
es nombrado Caballero de la Orden de Carlos III, nos llamaron particularmente
la atención, porque en el territorio que a partir de 1776 conformó el
Virreinato de Río de la Plata, fueron muy pocas las personas que tuvieron el
privilegio de nombrados caballeros de alguna Orden. Desde 1668 hasta fines del siglo XVIII, solamente 7 órdenes de
Santiago, 1 de Calatrava, 1 de Alcántara y 5 de Carlos III se habían otorgado
en nuestro territorio, y la mayoría de ellas fueron otorgadas a vecinos de
Buenos Aires. Sin embargo entre 1791 a 1795 se concedieron de tres mercedes de
hábitos de Carlos III: a José Martínez de Tineo, natural y vecino de la ciudad
de Salta, en 1791, a Pedro Lucas de Allende, vecino de Córdoba pero residente
en Salta por más de 20 años, en 1795, y Pedro José de Saravia, también natural
y vecino de Salta, a quien igualmente se le concedió la merced de
caballero en 1795, las tres personas con
cargos militares y relacionadas entre sí. Nos preguntamos entonces cómo surgió
en estos personajes la inquietud de presentar sus informaciones para recibir una Orden Nobiliaria, cuáles fueron las
conexiones que tuvieron para llegar a la corte española y lograr recibir la
recompensa anhelada.
Como
dijimos al comienzo nuestro personaje integraba un grupo familiar que durante
la segunda mitad del siglo XVIII controló el cabildo de la ciudad de Córdoba.
Hecho que se trasluce en el interés demostrado por el marqués de Sobremonte,
gobernador intendente de Córdoba, que reiteradamente extendió notas de aval a
la solicitud de su colaborador, así como las presentadas por el gobernador
Mestre y el Virrey Arredondo. Lo que deja en evidencia que Allende contaba con
un importante respaldo de los funcionarios que representaban la autoridad real,
respaldo que probablemente llegó hasta la corte.
No
es nuestra intención cuestionar la nobleza y legitimidad de esta familia, que
tuvo una gran importancia en la historia de Córdoba, linaje que aún tiene una
destacada actuación en la sociedad de Córdoba[43].
Simplemente
nos preguntamos, a las luces de la lectura de estos expedientes, qué
significado tenía para Pedro Lucas de Allende ser Caballero de la Orden de
Carlos III en una Córdoba de fines de siglo XVIII, cuál el valor e influencia
de este acto de nobleza en su vida cotidiana, que ya tenía una destacada
actividad económica y un gran poder político como hemos comentado.
Contando
entre sus antepasados a algunos beneméritos, lo que de hecho convalidaba su hidalguía,
Pedro Lucas de Allende aspiró a alcanzar un grado más. La calidad de hijodalgo
era ostentada por varios vecinos, y sin duda no era comparable con el prestigio
que podía significar la obtención de un
hábito de alguna Orden, ya fuera militar o civil. Suponemos que el ser
reconocido como Caballero de la Orden de Carlos III, incrementaba aún más el
status de esta familia que ya tenía un lugar y reconocimiento social, político
y económico en la población cordobesa. Quizás tuviera planes políticos de mayor
envergadura que no pudieron cumplirse por su fallecimiento poco tiempo después.
Quedan
en el aire estos interrogantes y muchos más, por lo que consideramos que esta
es una primera aproximación al tema, y por
lo tanto lo continuaremos investigando para intentar hallar una respuesta.
Córdoba,
31 de Agosto 2011
[1] Corona Paez, Sergio
Antonio, La nobleza como premio de
los descubridores, pobladores y
pacificadores del septentrión novohispano, en: Revista Buen Aval, Nro. 6, Universidad
Iberoamericana Torreón, México, Año 2008, pág. 9. Varios autores como Cadenas y Vincens, Rodríguez Liscano o
Lira Montt coinciden en que al menos en los siglos XVI y XVII, el estatus de
encomendero era condición sine qua non de la nobleza de linaje y solar conocido
otorgado por las leyes de Indias.
[2] “…Aparentemente, Don Lucas
Influyó para que sus tres hijos varones Tomás, José, y Santiago, concertaran
alianzas matrimoniales con herederas procedentes de linajes arribeños. Su hijo
mayor Tomás de Allende, casóse en 1738 con Bernardina Vicentelo de la Rosa y
Carranza, nacida en Jujuy. Su otro hijo José casóse en 1754 con María Isidora
de Ascasubi, hija de Marcos Ascasubi y de Rosalía de las Casas y Ponce de León,
prima hermana de la segunda mujer de su hermano Santiago. María Isidora era
probablemente sobrina de José de Ascasubi, dueño del ingenio de moler metales
del Potosí llamado Pampa, y de la labor Arenas. Su otro hijo Santiago casóse en
primeras nupcias con Engracia Arze, probablemente hija o sobrina del Contador
Interino de la Real Casa de Moneda de Potosí, Coronel Felipe Santiago de Arze, o
perteneciente a la familia Sanjuanina de los Jufré de Arce, y en segundas
nupcias con María de la Cruz Mendiolaza, hija de José Joaquín Mendiolaza y de
Teresa de las Casas y Ponce de León, prima hermana de la mujer de su hermano
José. María de la Cruz era nieta de Gaspar de Mendiolaza, asentista del azogue
de Huancavelida, que proveía los ingenios de la ribera de Potosí…” Cfr. SAGUIER,
Eduardo, El parentesco como mecanismo de
consolidación política de un patriciado colonial. el caso de las provincias
rioplatenses del Virreinato Peruano (1700-1776), en : “ Estudios de Historia Social y Económica de América Nro.10, Alcalá de Henares,España, 1993
[3] ROMERO CABRERA, Lilians Betty, La Casa de Allende y la clase
dirigente:1750-1810, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1993, pág. 36
[4] Ibíd., pág. 39
[5] Archivo Histórico de Córdoba
(AHC,) Hacienda, Salta, 25/8/1777
[6] ROMERO CABRERA, Lilians, op. cit., pag
36. Sólo como ejemplo, el Cabildo de 1780 estaba integrado por los regidores propietarios José, Santiago, y José Antonio
de Allende; el Justicia Mayor Antonio de la Quintana y Sebreros, y el Alcalde
de Segundo Voto Don Ambrosio Funes y Bustos, casados
estos últimos con dos hermanas hijas del finado General Tomás de Allende y
Losa, y sobrinas carnales
en primer grado de los dos primeros regidores mencionados. Asimismo componían
dicho Cabildo el Alcalde de Primer Voto Don Francisco Antonio Díaz, consuegro de un tío de las
esposas del Justicia Mayor Quintana y del Alcalde Funes; un concuñado de
Allende, el Procurador General de la Ciudad Don Francisco José de Uriarte; y
los regidores Don José Prudencio Xixena y Francisco Hurtado de Mendoza, también
eran parientes, así como Don Francisco de Armesto y Allende, Alcalde de 2do
voto, hijo de María de Allende, hermana de José y Santiago de Allende. Cfr.:
SAGUIER, Eduardo, Op. Cit, y ROMERO CABRERA, Lilians, Op. cit.
[7] Ibíd, pág. 107
[8] Ibid, , fs 10R
[9] Archivo General de Simancas, (AGS)
SGU,LEG, 6802,64, fs. 3v
[15] Ibid, fs 7R
[16] Ibid, 13V, 14R
[18] LOHMANN VILLENA, Guillermo, Los americanos en las Órdenes Nobiliarias,
Tomo I, Biblioteca de Historia de América, 1993, Pág. LV
[21] Ibíd., Fs.13R
[22] AGS, SGU, LEG, 6808, Fs. 5R, 5V y 6R
[23]
Archivo Histórico Nacional de España, (AHN) /1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923
[24] LOHMANN VILLENA, Guillermo, óp. cit, pág. LIX
[25] ALLENDE NAVARRO, Fernando, La Casa-Torre
Allende del Valle de Gordejuela: origen
y descendencia, Imprenta Nascimento, Chile, 1964, pág. 81
[26] LOHMANN VILLENA, Guillermo, Op. Cit, págs.
XVIII, XIX. Sostiene Lohmann Villena que como las preeminencias que
aparejaba la hidalguía se reducían propiamente a distinciones puramente
honoríficas y limitadas al ámbito local, las ejecutorias solían presentarse,
por lo regular, ante los cabildos de las poblaciones donde el interesado estaba
avecindado, ya que solo en ellas les
valdrían las franquicias. Estas informaciones fueron cuestionadas por la Sala de Justicia del
Consejo de Órdenes, por lo que el 30 de enero de 1795 se aclaró que las
ejecutorias de despachos de hidalguía que se librasen en las Chancillerías
metropolitanas, para que pudiesen tener validez en Indias, debían presentarse
en la Sala de Justicia del repetido Consejo, a fin de concederles la
auxiliatoria inexcusable.
[27] Hijo de Juan de Allende y Basoco y María
de Arechederra y Ortiz de Urtiaga, vecinos de San Juan del Molinar, en el Valle
de Gordejuela. De este matrimonio descienden
varios hijos: 1- el citado Antolín, 2- María de Allende y Arechederra
que casó con Martín de Chávarri con descendencia;3-Francisco de Allende y
Arechederra, quien en 1651 , en vísperas de trasladarse a “tierras remotas” su
padre hace en su nombre una información de nobleza e hidalguía con el síndico
procurador general del Valle de Gordejuela, [27],
y 4- Juan de Allende y Arechederra.
[28] Este don Francisco Gabriel de Beraza
era vecino del Valle de Gueñes, próximo al Valle de Gordejuela, también
perteneciente a las Encartaciones de Viscaya
[29] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923,fs
276
[30] El Señorío de Vizcaya se consideró como un
solar único de nobleza, del que sus naturales primitivos y todos sus
originarios son nobles hijosdalgo de sangre, con todos los derechos que les
concede el derecho castellano y con los especiales que les dan sus propios
fueros. No obstante, para probar su nobleza, todo vizcaíno, como vemos en
innumerables expedientes de Órdenes Militares, debía probar el ejercicio de
cargos municipales, o derecho de voto activo y pasivo de todos los
Ayuntamientos del Señorío y de sus Encartaciones, así como la asistencia
como vecinos a sus Juntas generales locales y a los alardes, o ser mencionados
como tales en las relaciones llamadas “fogueraciones”(son los recuentos,
registros o censos de los “fuegos” o casas solariegas). Las ejecutorias de
nobleza vizcaínas (Reales provisiones de vizcainía) se despachaban, tras juicio
contradictorio, por la Sala especial de Vizcaya, en la real Chancillería de
Valladolid.
[31] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923,
Fs 282
[32] AHN/1.1.1.255.1.1//ESTADO-CARLOS_III,EXP.923,
Fs 157
[33] Ibid, Fs 158
[34] Ibid,
Fs 159
[35] MOYANO
ALIAGA, Alejandro, BUSCA SUST, Jorge, Los
Losa Bravo, Publicación Especial del Centro de Estudios Genealógicos y
Heráldicos de Córdoba, 1992.
[36].AGI/16419//PASAJEROS,L.8,E.4725
[37] ALLENDE NAVARRO, Fernando, Op. Cit, pág.
63
[39] MOYANO ALIAGA, Alejandro, BUSCA SUST,
Jorge, Los Losa Bravo, Publicación
Especial del Centro de Estudios Genealógicos y Heáldicos de Córdoba, 1992, pág.
13
[40] FUERTES DE GILBERT Y ROJO, Manuel, Barón
de Gavín, Nobleza, Órdenes y Corporaciones nobiliarias españolas en la
Edad Moderna,en: Anales de la Real Academia Matritense de Genealogía,Vl.
VII, Años 2002-2003, pág. 85 . También: DE LA PUENTE, José, La Administración colonial, en: BLAS, Patricio de, y otros,
Historia común de Iberoamérica, Edit
Edaf.Madrid, año 2000, pag. 235. Recordemos que el lema de la orden era pro virtute et merito, es decir por las
virtudes y méritos personales de cada individuo.
[41] El Mercurio de España, Año III, septiembre
1795,pág. 195
[42] ALLENDE NAVARRO, Fernando, Op Cit, pág.
108
[43] “…A este linaje pertenecieron y pertenecen
destacadas figuras de nuestro medio socio - político, tales como D. Pedro Lucas
de Allende, Caballero de la Orden de Carlos III; el Dr. José Norberto de
Allende, patriota de nuestra independencia, Miembro de Primera Junta Provincial
de Gobierno de 1811 y bisabuelo del actual Presidente Provisorio del Senado de
la Nación Dr. José Antonio Allende; el Cnel. Santiago Alejo de Allende,
brillante militar muerto trágicamente en Cabeza del Tigre; el Dr. Fernando
Félix de Allende, gobernador de Córdoba; el Ldo. José Antonio de Cabrera y
Allende, diputado por Córdoba al Congreso de Tucumán; el Gral. Tomás de
Allende, Tte. de Gobernador y Justicia Mayor; el Cnel. Faustino de
Allende,.militar de gran prestigio; D. Benito Antonio de Allende, quien pasó a
Chile…” , TEJERINA CARRERAS, Ignacio, Los Linajes Allende en Córdoba: un
linaje común? En Boletín del Centro de Estudios Genealógicos de Córdoba, Nro 6,
pág.21, Córdoba, año 1974.
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