XVII
Reunión Americana de Genealogía
VI
Congreso Iberoamericano de las Ciencias
Genealógicas
y Heráldicas
FUENTES
DOCUMENTALES PARA LOS ESTUDIOS GENEALÓGICOS:
ARCHIVOS
CONVENTUALES
Javier
Arnoldo Berdini[1]
Resumen
La
investigación genealógica se nutre principalmente de fuentes escritas
producidas por la Iglesia Católica en el devenir de su acción pastoral y
evangelizadora; las etapas o ciclos de la vida del católico quedan registradas
en libros sacramentales o parroquiales que ofrecen datos sobre la persona, su
grupo familiar y otras relaciones extra o intra parentales (compadrazgo,
clientelismo, amistad, origen geográfico, etc.).
Existen
en la América Española otras fuentes documentales que permiten acercarnos a registros
biográficos hasta ahora poco utilizados y que, a nuestro juicio, ofrecen una
fértil cantera de información. Esas fuentes son los documentos originados por
distintas órdenes religiosas en sus diversos conventos y casas diseminadas a lo
largo del continente; quienes entraron en
religión o integraron alguna institución relacionada con ellas (centro
educativo, asociación pía, cofradía) han dejado huellas escritas en los libros
y papeles archivísticos conventuales, tanto aquellos con fines espirituales, los
burocráticos, como en los netamente económicos.
Es
intención de esta ponencia demostrar de manera general, la importancia de estos
repositorios y de sus papeles, colecciones y series documentales para la
pesquisa genealógica actual.
Introducción
La
investigación genealógica se nutre principalmente de fuentes escritas
producidas por la Iglesia Católica en el devenir de su acción pastoral y
evangelizadora; las etapas o ciclos de la vida del católico quedan registradas
en libros sacramentales o parroquiales que ofrecen datos sobre la persona, su
grupo familiar y otras relaciones extra o intra parentales (origen geográfico, amistad,
compadrazgo, clientelismo, etc.).
Existen,
sin embargo, en la América Española otras fuentes documentales que permiten acercarnos
a registros biográficos hasta ahora poco utilizados y que, a nuestro juicio,
ofrecen una fértil cantera de información. Esas fuentes son los documentos
originados por distintas órdenes religiosas en sus diversos conventos y casas
diseminadas a lo largo del continente; quienes entraron en religión o integraron alguna institución relacionada
con ellas (centro educativo, asociación pía, cofradía) han dejado huellas
escritas en los libros y papeles archivísticos conventuales, tanto en aquellos
con fines espirituales, en los burocráticos, como en los netamente económicos.
La manualística tradicional y
moderna omite la existencia de las fuentes documentales eclesiásticas de tipo
conventual o monástico[2]; o sólo nombra entre las
fuentes eclesiásticas a las de órdenes religiosas[3].
En algunos casos se ha mencionado la
importancia para los estudios genealógicos de ciertas fuentes primarias, como
es el caso de Martínez de Sánchez que al hablar de una cofradía asentada en
casa de orden regular remarca la información que en sus papeles se puede hallar[4] transcribiendo el listado
de miembros. Conocemos un estudio del Lic. Alejandro Moyano Aliaga, que muestra
las posibilidades de análisis genealógico de papeles conventuales[5], extrayendo fechas de
nacimiento, filiaciones, etc.
Metodología
Es
intención de esta ponencia presentar una primera aproximación a los Archivos
Conventuales (la importancia de estos repositorios y de sus
papeles, colecciones y series documentales) como fuentes de información para la investigación
genealógica actual en el marco geográfico de los países
americanos de habla española. Los
criterios utilizados para la exposición del tema, y la descripción de
documentos y series documentales están a mitad de camino entre la genealogía y
la historia, pero, es necesario decir que no buscamos realizar un aporte a la
archivística eclesiástica, sino mostrar de manera muy general las posibilidades
de investigación y la información que poseen los citados repositorios. Además,
aclaramos que nos centramos en los archivos de conventos masculinos, pero no de
todas las órdenes y congregaciones que tuvieron o tienen actuación en el
territorio americano.
No es
intención del presente trabajo realizar una guía o directorio de archivos, o
particularizar sobre los papeles de tal o cual convento de uno o más países americanos.
La justificación de tomar estas consideraciones a la hora de la descripción
general de los mismos se debe a que por la secular historia del continente
americano desde el Descubrimiento, Conquista y Colonización del mismo, se
esparcieron órdenes regulares por él con los mismos objetivos y similares
acciones, entre las que estuvieron la producción de documentos y la
consiguiente formación de archivos.
Órdenes religiosas en la Evangelización de América
En el
siglo XV, cuando las tierras americanas fueron donadas a los reyes de Castilla,
el soberano pontífice impuso la obligación de la cristianización de los
habitantes de las mismas en la religión católica, esto es, su evangelización.
Por ello fue una política decidida de la Corona Española que, para descargo de la conciencia de Su Majestad, los indios o naturales recibieran doctrina en las verdades de la
fe y el bautismo y demás sacramentos[6].
Para
ello, se favoreció el paso a las Indias Occidentales de religiosos consagrados
para llevar adelante tal tarea; tanto miembros del clero secular como del clero
regular. Fueron los miembros de este último, los de las órdenes mendicantes,
quienes a través de conventos[7] urbanos, misiones volantes
y reducciones o pueblos de indios, evangelizaron y administraron los
sacramentos a los habitantes de América, tanto autóctonos, europeos como a los
diversos grupos de mestizos. Estas actividades acompañaron los objetivos y
fines primordiales de las religiones,
como se les llamaba entonces, cumplir con el mandato divino establecido por
Cristo en sus enseñanzas y plasmadas en los Evangelios; dentro de una
institución regulada por la Iglesia que establecía la vida consagrada a Dios,
repartiendo el tiempo entre la contemplación de los misterios celestiales y la
atención y cura de las almas en el siglo[8].
Las
órdenes religiosas que pasaron a América fueron las mendicantes[9], entre las que podemos
nombrar a: Orden de los Frailes Menores (o Franciscanos de la Regular
Observancia, O.F.M.); Orden de Predicadores (o Dominicos, O. P.); Orden de la
Merced de Redención de Cautivos (o Mercedarios, O. de M.); Orden de San Agustín
(Agustinos, O.S.A.).
Para llevar
adelante esa tarea de evangelizar y cumplir con los fines de la regla propia de
la orden, se organizaron conventos en los que todo o casi todo fue pasible de
ser registrado; lo espiritual, lo administrativo, lo económico, etcétera.
Series archivísticas significativas para el estudio
genealógico
Los fondos
de un archivo conventual nos permiten conocer sobre la vida de los frailes[10] y hermanos[11] y, subsidiariamente,
sobre aquellos laicos relacionados directa o indirectamente con los primeros.
No todo
lo que se encuentre en ellos es eminentemente genealógico, ya que, como se
dijo, algunos registros económicos o administrativos no brindan información
biográfica. Algunas series más que otras son vetas de abundantes datos, pero
incluso en aquellas más áridas es factible espigar información, de acuerdo a los
interrogantes que se les apliquen.
En este
punto queremos remarcar que la posibilidad de acceso a esta información o tipo
de documentos depende de la política de apertura de los archivos de cada orden
o convento, que, por otro lado, son propiedad privada de los mismos y como
tales no existe obligación formal ni jurídica de su apertura para la consulta
pública o semi-pública.
a. Legajos
personales de frailes
Si bien se
hallan depositados en los archivos de las curias provinciales[12], es posible que algunos
conventos posean legajos con la información de sus miembros, ya por alguna
disposición interna o papeles personales que dejaron los religiosos al
fallecer. Los datos son eminentemente genealógicos, al aparecer allí referencias
biográficas, esto es de filiación, de oficios conventuales desempeñados, de
formación académica, o incluso de aquellos que abandonaron los hábitos, etc.
Esta información debe ser triangulada con la de otros libros y documentos (actas
de elecciones; de capítulos; de visitas canónicas; tablas capitulares,
vesticiones, profesiones, ordenaciones y necrologías). Destacamos que la
información de esta serie documental es confidencial o reservada, salvo en el
caso de frailes fallecidos hace mucho tiempo. En los archivos de las curias
provinciales es posible encontrar, asimismo, legajos de religiosos
secularizados (que dejaron de pertenecer al clero regular y pasaron al secular),
como así también en los archivos diocesanos. En algunos asciterios se conservan
pinturas, fotografías, negativos, etc., que permiten recuperar los retratos de
los frailes.
b. Tablas
Capitulares
Cada
reunión de un capítulo provincial (como asimismo de uno general de la orden)
tiene como producto decisiones, nombramientos y asignaciones. Por ello, los
capítulos forman listados o “tablas” con los oficios o cargos a que se destinan
los religiosos en un trienio en las distintas casas o conventos. De existir un
libro que recopile las tablas capitulares de varias décadas o años, allí se
encontrará, para toda la vida en religión de una persona consagrada, sus obligaciones
y lugares de morada; v.g., superior provincial, vicario, definidor, ecónomo, síndico,
superior de una casa, maestro de novicios o de postulantes, profesor de
asignaturas precisas en casas de formación, etc.
c. Libros de
Necrologías
La
costumbre monástica de leer en el refectorio durante la comida un texto piadoso
y la lista de los frailes fallecidos ese día, llevó a la necesidad de formar
los libros de necrologías; en ellos es posible encontrar desde el dato escueto
de la fecha y lugar de muerte del religioso hasta una semblanza o biografía
redactada muchas veces por una autoridad del convento, de la provincia o por el
cronista conventual. En general, hacen alusión estos libros a los fallecidos en
la provincia religiosa respectiva.
d. Libros de
Vesticiones y Profesiones
Estos
libros son de fundamental importancia para el estudio de la vida consagrada de
los religiosos, ya que todo el cursus
honorum está asentado aquí; indican las fechas de entrada en convento, de
toma de hábito, de profesión; marcando estos acontecimientos jalones
importantes en la vida del fraile o hermano. Se ha dicho incluso que libros de este género … eran como la
estadística del personal[13].
e. Libros de
Regencia de Estudios; o de Estudios
La
formación intelectual de los miembros de la orden queda reflejada en este tipo
de libro, donde se asientan tanto las materias o asignaturas, los nombres y
apellidos, como los resultados de los exámenes tomados. Algunos conventos –los conventos grandes– fueron sede de noviciado y/o postulantado (es
posible también hallarlos nombrados como Coristado), con series de libros
correspondientes a esas etapas de formación. En las series documentales de los
Noviciados o entre los papeles personales de los frailes maestros es posible
encontrar documentación escolar, tanto apuntes de clase, manuales, como así
también cuadernos de los alumnos manuscritos o mecanografiados.
f. Libros de Actas[14]
Capitulares o de Acuerdos (Provinciales; Definitoriales; Conventuales)
Las
decisiones de importancia en el seno de una provincia religiosa o de un
convento se toman en una reunión o capítulo[15]
que registra en libros específicos lo decidido. Es posible encontrar actas capitulares conventuales; definitoriales y provinciales.
En los capítulos conventuales encontraremos decisiones tomadas por el superior
y miembros de una casa religiosa en particular; el capítulo conformado por el
prelado principal (provincial o ministro general) y los definidores, se
denomina definitorio, organismo que
se constituye para gobernar una provincia u orden, resolver los casos graves y
regir a los religiosos.
En
las reuniones capitulares de la provincia se deciden variados temas, entre los
que se hallan los oficios que tendrán su forma definitiva en las tablas capitulares.
g. Libros de
Administración y Libros de Fábrica [16]
Todo el
movimiento económico diario de la casa religiosa está reflejado en este tipo de
libro, donde es posible encontrar gastos cotidianos o extraordinarios por
enfermedades, para frailes anónimos o con nombre y apellido. En aquellos más
antiguos puede hallarse alguna anotación sobre la compra de materiales o
alimentos o arreglos edilicios contratados con un seglar. Es necesario, como ya
se dijo en otro apartado, cruzar la información con otras series de libros
relacionados con la administración pero con fines espirituales como los de
Misas, Capellanías, Censos, etc.
h. Libros de Inventarios[17]
Tal vez
sea el libro menos indicado para buscar datos genealógicos, ya que se centra en
las existencias de los bienes muebles e inmuebles; inventario
de la iglesia, altares, imaginería, ornamentos y vasos sagrados, casa
conventual, mobiliario, librería, archivo y demás dependencias que podía poseer
un cenobio. Permite conocer, en algunos
casos, datos relacionados con ciertos frailes y sus oficios (despensero, bibliotecario,
etc.).
j. Libros de Pías
Memorias y Libros de Capellanías
Las
personas que pueden disponer libremente de sus bienes, pueden entregarlos para
una obra, o fundación o memoria pía, tanto por acto inter vivos (a través de donaciones) como mortis causa (por medio de legados testamentarios). La obra pía es
aquella tarea que se hace o dispone para el culto de
Dios, de la Virgen o los Santos, o para beneficio de los necesitados. Se
concretaban en fundaciones de misas, aniversarios, donación de ornamentos o
cera, dotación de huérfanas, adopción de niños, iluminación de altares, entre
otras formas de aplicación al culto y a la ayuda a los desvalidos[18].
Entre las fundaciones pías
destacaron las capellanías. En éstas,
ciertos bienes quedaban sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas. Estos
libros, principalmente espirituales, poseen información sobre capellanes o
sacerdotes designados para el cumplimiento de estas cargas; los bienes
inmuebles; los administradores de los mismos, etc. Es necesario indagar en la información de los libros de misas y de
misas capellánicas para tener un conocimiento panorámico de esta institución.
k. Libros de Misas[19]
La
información de estos libros (muchas veces los más abundantes) está a medio
camino entre la genealogía de los prestes y de los laicos y la historia de las
devociones; ofrecen datos sobre los óbitos de personas, familiares o
religiosos; además de la devoción hacia algún santo o advocación mariana;
lugares de celebración de los sacerdotes y sus oficios de capellanes (altares,
capillas, misas privadas). Los hay de diverso tipo (de misas aplicadas, de
misas recibidas, de intenciones de misas).
l. Libros de
Visitas Canónicas o de Autos de Visita
Los visitadores canónicos (tanto ordinarios como
apostólicos) que recorrían las provincias y casas dejaban sus indicaciones, consejos
y directivas en un libro de actas específico de visitas que posee datos
interesantes para la investigación; autos,
ordenanzas, ordenaciones, cartas;
referidos al accionar o desempeño de una comunidad o un fraile en particular.
ll. Libros de las
Terceras Órdenes, Cofradías y Asociaciones Pías
Las órdenes regulares se dividían de
acuerdo a las características de sus miembros en: Primera Orden (la rama
masculina); Segunda Orden (la rama femenina) y Tercera Orden, generalmente
mixta, de laicos. Los hermanos –denominación generalizada entre los terceros-
adoptaron, formas de vida similares a la religiosa consagrada pero sin
separarse del mundo. Podía practicar una intensa vida espiritual, sin renunciar
a su condición laical que les permitía estar inmersos en la política, las
actividades productivas o comerciales. Estaban bajo la dirección de la Primera
Orden de la que recibían su espíritu[20].
Sobre
los terciarios, los archivos custodian muchas veces sus papeles institucionales más antiguos, como los libros de Ingresos
y Profesiones, o de Toma de Hábitos y
Profesión y el de Asiento de Hermanos, que, si bien no
siempre aportan datos esclarecedores sobre la filiación de los profesantes,
permiten relacionar a los pobladores de la ciudad a la vida religiosa, su
vinculación con la Orden y estudiar este aspecto del desenvolvimiento de la
vida de la ciudad[21].
En el
caso de laicos no consagrados, los fondos conventuales permiten conocer algunos
datos vitales en sus libros de asociaciones pías, como las cofradías. Éstas
eran asociaciones voluntarias de individuos unidos por el vínculo de la caridad
o hermandad, con un espíritu y finalidad originariamente religioso y benéfico
matizado luego por intereses de tipo profesional, corporativo, etcétera[22]. En ellas, es posible encontrar los libros fundamentales:
de actas, de asiento, de gastos y en algunos casos de inhumaciones. El de
asiento permite conocer quiénes fueron cofrades; el de entierro cuándo murieron
y dónde fueron enterrados; el de actas qué cargos al interior de la hermandad. Son
de fundamental importancia los registros de cofradías iniciadas en época
colonial porque favorecen el estudio de aquellos sectores silenciados de la sociedad como el de los esclavos y castas[23].
m. Otra documentación
Es
posible encontrar libros que registren listados y sus óbolos para la
construcción de una capilla, un altar, o para el ajuar de determinada imagen;
allí se leen no sólo apellidos de las principales familias con gruesas
donaciones sino además los de humildes fieles con cantidades modestas; son los Libros de Benefactores; o de Donantes o de
Donaciones; o de Suscripción o de Limosnas.
En el
caso de la Correspondencia (Notas y Cartas, ya sean recibidas o enviadas) y comunicaciones en general,
allí muchas veces se encuentran las esquelas que notifican el fallecimiento de
algún fraile.
Hay
documentos con la vida del asciterio y de sus integrantes, factibles de poseer
datos a utilizar, del tipo de las crónicas, memorias, diarios, relaciones, informes,
disposiciones. En copias de expedientes de pleitos civiles, o los papeles de
frailes difuntos, se pueden hallar testamentos; testamentos de renuncia de
bienes; escrituras públicas; planos, mapas, proyectos, presupuestos.
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Terán Molina, Justino, Guía Genealógica en el Milenium, Buenos
Aires, Editorial Armerías, 2008.
[1] Miembro Adherente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos
de Córdoba, Argentina. Miembro Correspondiente del Centro de Estudios
Genealógicos y Heráldicos de Catamarca, Argentina. Diplomado en Genealogía y Heráldica (Universidad
de San Pablo-T, Argentina).
[2] Instituto Luis de
Salazar y Castro, Tratado de Genealogía,
Heráldica y Derecho Nobiliario, Madrid, Hidalguía, 1961; Salazar y Acha,
Jaime de, Manual de Genealogía Española,
Madrid, Hidalguía, 2006.
[3] Ignacio Tejerina
Carreras, Introducción a los estudios
genealógicos, Cuadernos de Historia 8, Córdoba, Junta Provincial de
Historia de Córdoba, 1988, página 32; Terán Molina, Justino, Guía Genealógica en el Milenium, Buenos
Aires, Editorial Armerías, 2008.
[4] Martínez de Sánchez, Ana María, La
cofradía del Carmen en Córdoba. Una fuente para los estudios genealógicos,
en Primeras Jornadas de Genealogía y Heráldica del Mercosur, Tomo I, Córdoba, Centro
de Estudios Genealógicos de Córdoba, 2000.
[5] Moyano Aliaga, Alejandro. Información de aspirantes. Orden de frailes menores de
San Francisco de Córdoba (1666 y 1899), en Boletín del Centro de Estudios
Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, N°
29, Año 2001, Córdoba, página 208.
[6] Bruno, Cayetano, La acción
benéfica de España en Indias (Aspecto religioso, antropológico y cultural),
Rosario, Ediciones Didascalia, 1992, páginas 33-34.
[7] Del verbo latino: "convenir-e", se deriva conventus:
reunión o congregación. Es la casa o monasterio en que viven los religiosos
bajo las reglas de su instituto; refiere asimismo a la comunidad de religiosos
que habitan en una misma casa. Cuando se hace referencia a un convento grande, se habla de aquél que tiene noviciado.
[8] El clero regular es aquel que tiene como características el modo de
vida en común y la práctica obligatoria de los consejos evangélicos, mediante
los tres votos (obediencia, castidad y pobreza). Su conjunto se denomina
"orden" y antiguamente "religión". Su misión en la Iglesia
es doble: la vida contemplativa y la vida activa. Sin embargo, existen órdenes
religiosas de vida exclusivamente contemplativa dedicadas a la oración, a la
penitencia y al trabajo.
[9] Sus miembros hacían voto de pobreza absoluta; no debían poseer nada
propio; debían vivir del pan que les diese la caridad pública o que hubiesen
ganado con el trabajo de sus manos, y de aquí su nombre de órdenes mendicantes.
[10] De "fraire": en última instancia esta palabra está
relacionada con la latina: ''frater", hermano. Nombre dado a los miembros
de ciertas órdenes, especialmente las mendicantes: franciscanos, dominicos,
trinitarios, etc. Se lo suele usar apocopado: fray, delante del nombre; por
ejemplo: Fray Francisco de Paula Castañeda.
[11] El hermano, o hermano lego, es aquel miembro de una
orden religiosa que sin haber profesado los votos solemnes y perpetuos vive en
una casa conventual de acuerdo la regla de la misma vistiendo hábito.
Antiguamente, en las órdenes monásticas y mendicantes, se ocupan de labores manuales y de los asuntos
seculares de un monasterio para permitir la plena vida contemplativa de los monjes del coro. En el caso que nos ocupa, durante el período
hispánico, los hermanos legos eran llamados hermanos
donados. Di Stefano,
Roberto, Zanatta, Loris, Historia de la
Iglesia Argentina. Desde la conquista hasta finales del siglo XX, Buenos Aires, Sudamericana, 2000,
p. 69.
[12] La curia provincial es el conjunto de organismos y/o funcionarios
que colaboran en el gobierno de una provincia religiosa junto con el superior
provincial.
[13] Carrasco, O.P., Jacinto, La
Fundación de los Conventos Dominicos en la Argentina. Prólogo y notas de Fr. Rubén González O.P., San Miguel de Tucumán,
Ediciones Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, 1982, página 39.
[14] Un acta es una relación escrita donde se asienta el resultado de las deliberaciones y
acuerdos de un cuerpo o junta (v.g.: actas
del capítulo conventual ó capitulares).
También se denominan así aquellos escritos de naturaleza jurídica o religiosa,
en los que se da fe de un acto (acta de
bautismo, de defunción).
[15] También se designa con este nombre a la reunión que celebran los religiosos
en fechas determinadas para tratar asuntos de la orden. De la costumbre de leer
en los primitivos cenobios en las reuniones diarias un capítulo de la regla, se
originó el nombre de capitulo para indicar tales comunidades y capitulares para
designar a sus miembros.
Pueden ser generales o provinciales. El Capítulo
General, es la autoridad suprema de las Órdenes mendicantes. Los miembros del
Capítulo incluyen a los superiores provinciales, los viceprovinciales y
vicarios generales, que son los superiores de las entidades provinciales o
regionales de la Orden, y a los delegados electos de las provincias y
vicariatos en todo el mundo.
[16] Pueden encontrarse también con los nombres de libros de gastos; de entradas; de Gasto y Recibo; o
de Procura; o de Caja; o de Gastos de la comunidad; o de Cuentas de entradas y
salidas; libros mayores, de entradas generales; de cargo y data. Con el nombre de fábrica
se designaba en Derecho canónico, la renta, conocida también como derecho de
fábrica, que se cobraba en las iglesias para atender a la reparación del templo
y a las necesidades del culto.
[17] Se los puede
hallar con el nombre de protocolos. Podían
ser generales, cuando aludía a toda
la casa religiosa y sus existencias; o particulares,
cuando se centraba en los elementos en
ser de una sola dependencia.
[18] Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., páginas 82-83.
[19] Encontramos libros
de Misas Aplicadas; Diarios de Misas; de Misas Dominicales; de Misas
Dominicales Aplicadas; de Misas Recibidas; de Misas Celebradas y firmas de los
celebrantes; de misas capellánicas; etc.
[20] Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., página 77. La
tercera orden franciscana se llama hoy Orden Franciscana Seglar (O.F.S.),
antiguamente Tercera Orden de Penitencia o Venerable Orden Tercera Secular de
Penitencia de Nuestro Santo Padre San Francisco. En el caso de la Tercera Orden
Dominica, hoy su nombre es Orden Seglar Dominicana.
[21] Otra documentación de las Terceras Órdenes son los libros de Actas, Elecciones, de Secretaría, etc.
[23]: …cuando
se está frente a un libro de elecciones o de actas, por ejemplo, se constata que
los nombres que aparecen coinciden con los de la estructura del poder civil y
que, a su vez, son hacendados, comerciantes o militares… (pero) en el libro de asiento se constata un
elevado número de cofrades “desconocidos”, varias veces mayor que el que
aparece desempeñando cargos. Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op.
cit., página 65.
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