SAG

Celebrado en Quito, Ecuador del 19 al 24 de septiembre de 2011, bajo los auspicios de la Sociedad Amigos de la Genealogía y dirigido por la Dra. Marcia Stacey Chiriboga de Valdivieso. Encargada de Eventos de dicha sociedad.

martes, 27 de septiembre de 2011

8va. Javier Arnoldo Berdini / Córdoba, Argentina


XVII Reunión Americana de Genealogía
VI Congreso Iberoamericano de las Ciencias
Genealógicas y Heráldicas

FUENTES DOCUMENTALES PARA LOS ESTUDIOS GENEALÓGICOS:
ARCHIVOS CONVENTUALES

Javier Arnoldo Berdini[1]
Resumen
            La investigación genealógica se nutre principalmente de fuentes escritas producidas por la Iglesia Católica en el devenir de su acción pastoral y evangelizadora; las etapas o ciclos de la vida del católico quedan registradas en libros sacramentales o parroquiales que ofrecen datos sobre la persona, su grupo familiar y otras relaciones extra o intra parentales (compadrazgo, clientelismo, amistad, origen geográfico, etc.).
            Existen en la América Española otras fuentes documentales que permiten acercarnos a registros biográficos hasta ahora poco utilizados y que, a nuestro juicio, ofrecen una fértil cantera de información. Esas fuentes son los documentos originados por distintas órdenes religiosas en sus diversos conventos y casas diseminadas a lo largo del continente; quienes entraron en religión o integraron alguna institución relacionada con ellas (centro educativo, asociación pía, cofradía) han dejado huellas escritas en los libros y papeles archivísticos conventuales, tanto aquellos con fines espirituales, los burocráticos, como en los netamente económicos.
            Es intención de esta ponencia demostrar de manera general, la importancia de estos repositorios y de sus papeles, colecciones y series documentales para la pesquisa genealógica actual.

Introducción
            La investigación genealógica se nutre principalmente de fuentes escritas producidas por la Iglesia Católica en el devenir de su acción pastoral y evangelizadora; las etapas o ciclos de la vida del católico quedan registradas en libros sacramentales o parroquiales que ofrecen datos sobre la persona, su grupo familiar y otras relaciones extra o intra parentales (origen geográfico, amistad, compadrazgo, clientelismo, etc.).
            Existen, sin embargo, en la América Española otras fuentes documentales que permiten acercarnos a registros biográficos hasta ahora poco utilizados y que, a nuestro juicio, ofrecen una fértil cantera de información. Esas fuentes son los documentos originados por distintas órdenes religiosas en sus diversos conventos y casas diseminadas a lo largo del continente; quienes entraron en religión o integraron alguna institución relacionada con ellas (centro educativo, asociación pía, cofradía) han dejado huellas escritas en los libros y papeles archivísticos conventuales, tanto en aquellos con fines espirituales, en los burocráticos, como en los netamente económicos.
            La manualística tradicional y moderna omite la existencia de las fuentes documentales eclesiásticas de tipo conventual o monástico[2]; o sólo nombra entre las fuentes eclesiásticas a las de órdenes religiosas[3].
            En algunos casos se ha mencionado la importancia para los estudios genealógicos de ciertas fuentes primarias, como es el caso de Martínez de Sánchez que al hablar de una cofradía asentada en casa de orden regular remarca la información que en sus papeles se puede hallar[4] transcribiendo el listado de miembros. Conocemos un estudio del Lic. Alejandro Moyano Aliaga, que muestra las posibilidades de análisis genealógico de papeles conventuales[5], extrayendo fechas de nacimiento, filiaciones, etc.

Metodología
            Es intención de esta ponencia presentar una primera aproximación a los Archivos Conventuales (la importancia de estos repositorios y de sus papeles, colecciones y series documentales) como fuentes de información para la investigación genealógica actual en el marco geográfico de los países americanos de habla española. Los criterios utilizados para la exposición del tema, y la descripción de documentos y series documentales están a mitad de camino entre la genealogía y la historia, pero, es necesario decir que no buscamos realizar un aporte a la archivística eclesiástica, sino mostrar de manera muy general las posibilidades de investigación y la información que poseen los citados repositorios. Además, aclaramos que nos centramos en los archivos de conventos masculinos, pero no de todas las órdenes y congregaciones que tuvieron o tienen actuación en el territorio americano.
            No es intención del presente trabajo realizar una guía o directorio de archivos, o particularizar sobre los papeles de tal o cual convento de uno o más países americanos. La justificación de tomar estas consideraciones a la hora de la descripción general de los mismos se debe a que por la secular historia del continente americano desde el Descubrimiento, Conquista y Colonización del mismo, se esparcieron órdenes regulares por él con los mismos objetivos y similares acciones, entre las que estuvieron la producción de documentos y la consiguiente formación de archivos.
           
Órdenes religiosas en la Evangelización de América
            En el siglo XV, cuando las tierras americanas fueron donadas a los reyes de Castilla, el soberano pontífice impuso la obligación de la cristianización de los habitantes de las mismas en la religión católica, esto es, su evangelización. Por ello fue una política decidida de la Corona Española que, para descargo de la conciencia de Su Majestad, los indios o naturales recibieran doctrina en las verdades de la fe y el bautismo y demás sacramentos[6].
            Para ello, se favoreció el paso a las Indias Occidentales de religiosos consagrados para llevar adelante tal tarea; tanto miembros del clero secular como del clero regular. Fueron los miembros de este último, los de las órdenes mendicantes, quienes a través de conventos[7] urbanos, misiones volantes y reducciones o pueblos de indios, evangelizaron y administraron los sacramentos a los habitantes de América, tanto autóctonos, europeos como a los diversos grupos de mestizos. Estas actividades acompañaron los objetivos y fines primordiales de las religiones, como se les llamaba entonces, cumplir con el mandato divino establecido por Cristo en sus enseñanzas y plasmadas en los Evangelios; dentro de una institución regulada por la Iglesia que establecía la vida consagrada a Dios, repartiendo el tiempo entre la contemplación de los misterios celestiales y la atención y cura de las almas en el siglo[8].
            Las órdenes religiosas que pasaron a América fueron las mendicantes[9], entre las que podemos nombrar a: Orden de los Frailes Menores (o Franciscanos de la Regular Observancia, O.F.M.); Orden de Predicadores (o Dominicos, O. P.); Orden de la Merced de Redención de Cautivos (o Mercedarios, O. de M.); Orden de San Agustín (Agustinos, O.S.A.).
            Para llevar adelante esa tarea de evangelizar y cumplir con los fines de la regla propia de la orden, se organizaron conventos en los que todo o casi todo fue pasible de ser registrado; lo espiritual, lo administrativo, lo económico, etcétera.

Series archivísticas significativas para el estudio genealógico
            Los fondos de un archivo conventual nos permiten conocer sobre la vida de los frailes[10] y hermanos[11] y, subsidiariamente, sobre aquellos laicos relacionados directa o indirectamente con los primeros.
            No todo lo que se encuentre en ellos es eminentemente genealógico, ya que, como se dijo, algunos registros económicos o administrativos no brindan información biográfica. Algunas series más que otras son vetas de abundantes datos, pero incluso en aquellas más áridas es factible espigar información, de acuerdo a los interrogantes que se les apliquen.
            En este punto queremos remarcar que la posibilidad de acceso a esta información o tipo de documentos depende de la política de apertura de los archivos de cada orden o convento, que, por otro lado, son propiedad privada de los mismos y como tales no existe obligación formal ni jurídica de su apertura para la consulta pública o semi-pública.

a. Legajos personales de frailes
            Si bien se hallan depositados en los archivos de las curias provinciales[12], es posible que algunos conventos posean legajos con la información de sus miembros, ya por alguna disposición interna o papeles personales que dejaron los religiosos al fallecer. Los datos son eminentemente genealógicos, al aparecer allí referencias biográficas, esto es de filiación, de oficios conventuales desempeñados, de formación académica, o incluso de aquellos que abandonaron los hábitos, etc. Esta información debe ser triangulada con la de otros libros y documentos (actas de elecciones; de capítulos; de visitas canónicas; tablas capitulares, vesticiones, profesiones, ordenaciones y necrologías). Destacamos que la información de esta serie documental es confidencial o reservada, salvo en el caso de frailes fallecidos hace mucho tiempo. En los archivos de las curias provinciales es posible encontrar, asimismo, legajos de religiosos secularizados (que dejaron de pertenecer al clero regular y pasaron al secular), como así también en los archivos diocesanos. En algunos asciterios se conservan pinturas, fotografías, negativos, etc., que permiten recuperar los retratos de los frailes.

b. Tablas Capitulares
            Cada reunión de un capítulo provincial (como asimismo de uno general de la orden) tiene como producto decisiones, nombramientos y asignaciones. Por ello, los capítulos forman listados o “tablas” con los oficios o cargos a que se destinan los religiosos en un trienio en las distintas casas o conventos. De existir un libro que recopile las tablas capitulares de varias décadas o años, allí se encontrará, para toda la vida en religión de una persona consagrada, sus obligaciones y lugares de morada; v.g., superior provincial, vicario, definidor, ecónomo, síndico, superior de una casa, maestro de novicios o de postulantes, profesor de asignaturas precisas en casas de formación, etc.

c. Libros de Necrologías
            La costumbre monástica de leer en el refectorio durante la comida un texto piadoso y la lista de los frailes fallecidos ese día, llevó a la necesidad de formar los libros de necrologías; en ellos es posible encontrar desde el dato escueto de la fecha y lugar de muerte del religioso hasta una semblanza o biografía redactada muchas veces por una autoridad del convento, de la provincia o por el cronista conventual. En general, hacen alusión estos libros a los fallecidos en la provincia religiosa respectiva.

d. Libros de Vesticiones y Profesiones
            Estos libros son de fundamental importancia para el estudio de la vida consagrada de los religiosos, ya que todo el cursus honorum está asentado aquí; indican las fechas de entrada en convento, de toma de hábito, de profesión; marcando estos acontecimientos jalones importantes en la vida del fraile o hermano. Se ha dicho incluso que libros de este género … eran como la estadística del personal[13].

e. Libros de Regencia de Estudios; o de Estudios
            La formación intelectual de los miembros de la orden queda reflejada en este tipo de libro, donde se asientan tanto las materias o asignaturas, los nombres y apellidos, como los resultados de los exámenes tomados. Algunos conventos –los conventos grandes fueron sede de noviciado y/o postulantado (es posible también hallarlos nombrados como Coristado), con series de libros correspondientes a esas etapas de formación. En las series documentales de los Noviciados o entre los papeles personales de los frailes maestros es posible encontrar documentación escolar, tanto apuntes de clase, manuales, como así también cuadernos de los alumnos manuscritos o mecanografiados.

f. Libros de Actas[14] Capitulares o de Acuerdos (Provinciales; Definitoriales; Conventuales)
            Las decisiones de importancia en el seno de una provincia religiosa o de un convento se toman en una reunión o capítulo[15] que registra en libros específicos lo decidido. Es posible encontrar actas capitulares conventuales; definitoriales y provinciales. En los capítulos conventuales encontraremos decisiones tomadas por el superior y miembros de una casa religiosa en particular; el capítulo conformado por el prelado principal (provincial o ministro general) y los definidores, se denomina definitorio, organismo que se constituye para gobernar una provincia u orden, resolver los casos graves y regir a los religiosos.
            En las reuniones capitulares de la provincia se deciden variados temas, entre los que se hallan los oficios que tendrán su forma definitiva en las tablas capitulares.

g. Libros de Administración y Libros de Fábrica [16]
            Todo el movimiento económico diario de la casa religiosa está reflejado en este tipo de libro, donde es posible encontrar gastos cotidianos o extraordinarios por enfermedades, para frailes anónimos o con nombre y apellido. En aquellos más antiguos puede hallarse alguna anotación sobre la compra de materiales o alimentos o arreglos edilicios contratados con un seglar. Es necesario, como ya se dijo en otro apartado, cruzar la información con otras series de libros relacionados con la administración pero con fines espirituales como los de Misas, Capellanías, Censos, etc.

h. Libros de Inventarios[17]
            Tal vez sea el libro menos indicado para buscar datos genealógicos, ya que se centra en las existencias de los bienes muebles e inmuebles; inventario de la iglesia, altares, imaginería, ornamentos y vasos sagrados, casa conventual, mobiliario, librería, archivo y demás dependencias que podía poseer un cenobio. Permite conocer, en algunos casos, datos relacionados con ciertos frailes y sus oficios (despensero, bibliotecario, etc.).

j. Libros de Pías Memorias y Libros de Capellanías
            Las personas que pueden disponer libremente de sus bienes, pueden entregarlos para una obra, o fundación o memoria pía, tanto por acto inter vivos (a través de donaciones) como mortis causa (por medio de legados testamentarios). La obra pía es aquella tarea que se hace o dispone para el culto de Dios, de la Virgen o los Santos, o para beneficio de los necesitados. Se concretaban en fundaciones de misas, aniversarios, donación de ornamentos o cera, dotación de huérfanas, adopción de niños, iluminación de altares, entre otras formas de aplicación al culto y a la ayuda a los desvalidos[18].
            Entre las fundaciones pías destacaron las capellanías. En éstas, ciertos bienes quedaban sujetos al cumplimiento de misas y otras cargas. Estos libros, principalmente espirituales, poseen información sobre capellanes o sacerdotes designados para el cumplimiento de estas cargas; los bienes inmuebles; los administradores de los mismos, etc. Es necesario indagar en la información de los libros de misas y de misas capellánicas para tener un conocimiento panorámico de esta institución.

k. Libros de Misas[19]
            La información de estos libros (muchas veces los más abundantes) está a medio camino entre la genealogía de los prestes y de los laicos y la historia de las devociones; ofrecen datos sobre los óbitos de personas, familiares o religiosos; además de la devoción hacia algún santo o advocación mariana; lugares de celebración de los sacerdotes y sus oficios de capellanes (altares, capillas, misas privadas). Los hay de diverso tipo (de misas aplicadas, de misas recibidas, de intenciones de misas).

l. Libros de Visitas Canónicas o de Autos de Visita
            Los visitadores canónicos (tanto ordinarios como apostólicos) que recorrían las provincias y casas dejaban sus indicaciones, consejos y directivas en un libro de actas específico de visitas que posee datos interesantes para la investigación; autos, ordenanzas, ordenaciones, cartas; referidos al accionar o desempeño de una comunidad o un fraile en particular.

ll. Libros de las Terceras Órdenes, Cofradías y Asociaciones Pías
            Las órdenes regulares se dividían de acuerdo a las características de sus miembros en: Primera Orden (la rama masculina); Segunda Orden (la rama femenina) y Tercera Orden, generalmente mixta, de laicos. Los hermanos –denominación generalizada entre los terceros- adoptaron, formas de vida similares a la religiosa consagrada pero sin separarse del mundo. Podía practicar una intensa vida espiritual, sin renunciar a su condición laical que les permitía estar inmersos en la política, las actividades productivas o comerciales. Estaban bajo la dirección de la Primera Orden de la que recibían su espíritu[20].
            Sobre los terciarios, los archivos custodian muchas veces sus papeles institucionales más antiguos, como los libros de Ingresos y Profesiones, o de Toma de Hábitos y Profesión y el de Asiento de Hermanos, que, si bien no siempre aportan datos esclarecedores sobre la filiación de los profesantes, permiten relacionar a los pobladores de la ciudad a la vida religiosa, su vinculación con la Orden y estudiar este aspecto del desenvolvimiento de la vida de la ciudad[21].
            En el caso de laicos no consagrados, los fondos conventuales permiten conocer algunos datos vitales en sus libros de asociaciones pías, como las cofradías. Éstas eran asociaciones voluntarias de individuos unidos por el vínculo de la caridad o hermandad, con un espíritu y finalidad originariamente religioso y benéfico matizado luego por intereses de tipo profesional, corporativo, etcétera[22]. En ellas, es posible encontrar los libros fundamentales: de actas, de asiento, de gastos y en algunos casos de inhumaciones. El de asiento permite conocer quiénes fueron cofrades; el de entierro cuándo murieron y dónde fueron enterrados; el de actas qué cargos al interior de la hermandad. Son de fundamental importancia los registros de cofradías iniciadas en época colonial porque favorecen el estudio de aquellos sectores silenciados de la sociedad como el de los esclavos y castas[23].

m. Otra documentación
            Es posible encontrar libros que registren listados y sus óbolos para la construcción de una capilla, un altar, o para el ajuar de determinada imagen; allí se leen no sólo apellidos de las principales familias con gruesas donaciones sino además los de humildes fieles con cantidades modestas; son los Libros de Benefactores; o de Donantes o de Donaciones; o de Suscripción o de Limosnas.
            En el caso de la Correspondencia (Notas y Cartas, ya sean recibidas o enviadas) y comunicaciones en general, allí muchas veces se encuentran las esquelas que notifican el fallecimiento de algún fraile.
            Hay documentos con la vida del asciterio y de sus integrantes, factibles de poseer datos a utilizar, del tipo de las crónicas, memorias, diarios, relaciones, informes, disposiciones. En copias de expedientes de pleitos civiles, o los papeles de frailes difuntos, se pueden hallar testamentos; testamentos de renuncia de bienes; escrituras públicas; planos, mapas, proyectos, presupuestos.

BIBLIOGRAFÍA
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-----------------------------------, El Archivo del Convento Santo Domingo de Santa Fe (casa San Pablo Primer Ermitaño. Santa Fe), en III Congreso Argentino de Archivística “Bicentenario: pasado y futuro de los archivos”. El aporte de los Archivos a la tradición y al desarrollo de la Sociedad del Conocimiento, 20, 21 y 22 de octubre de 2010, Jujuy- Argentina.
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Sánchez Pérez, Emilio O.S.A., Censos y capellanías del Convento de San José de la Orden de San Agustín, Publicación Anual del Centro de Genealogía y Heráldica de San Juan - Argentina, Año III, Nº 3, 2010.
Tanodi, Aurelio, Guía de Archivos de Córdoba, Córdoba-Argentina, Universidad Nacional de Córdoba, 1968.
Tejerina Carreras, Ignacio, Introducción a los estudios genealógicos, Cuadernos de Historia 8, Córdoba, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1988.
Terán Molina, Justino, Guía Genealógica en el Milenium, Buenos Aires, Editorial Armerías, 2008.



[1] Miembro Adherente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, Argentina. Miembro Correspondiente del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Catamarca, Argentina. Diplomado en Genealogía y Heráldica (Universidad de San Pablo-T, Argentina).
[2] Instituto Luis de Salazar y Castro, Tratado de Genealogía, Heráldica y Derecho Nobiliario, Madrid, Hidalguía, 1961; Salazar y Acha, Jaime de, Manual de Genealogía Española, Madrid, Hidalguía, 2006.
[3] Ignacio Tejerina Carreras, Introducción a los estudios genealógicos, Cuadernos de Historia 8, Córdoba, Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1988, página 32; Terán Molina, Justino, Guía Genealógica en el Milenium, Buenos Aires, Editorial Armerías, 2008.
[4] Martínez de Sánchez, Ana María, La cofradía del Carmen en Córdoba. Una fuente para los estudios genealógicos, en Primeras Jornadas de Genealogía y Heráldica del Mercosur, Tomo I, Córdoba, Centro de Estudios Genealógicos de Córdoba, 2000.
[5] Moyano Aliaga, Alejandro. Información de aspirantes. Orden de frailes menores de San Francisco de Córdoba (1666 y 1899), en Boletín del Centro de Estudios Genealógicos y Heráldicos de Córdoba, N° 29, Año 2001, Córdoba, página 208.
[6] Bruno, Cayetano, La acción benéfica de España en Indias (Aspecto religioso, antropológico y cultural), Rosario, Ediciones Didascalia, 1992, páginas 33-34.
[7] Del verbo latino: "convenir-e", se deriva conventus: reunión o congregación. Es la casa o monasterio en que viven los religiosos bajo las reglas de su instituto; refiere asimismo a la comunidad de religiosos que habitan en una misma casa. Cuando se hace referencia a un convento grande, se habla de aquél que tiene noviciado.
[8] El clero regular es aquel que tiene como características el modo de vida en común y la práctica obligatoria de los consejos evangélicos, mediante los tres votos (obediencia, castidad y pobreza). Su conjunto se denomina "orden" y antiguamente "religión". Su misión en la Iglesia es doble: la vida contemplativa y la vida activa. Sin embargo, existen órdenes religiosas de vida exclusivamente contemplativa dedicadas a la oración, a la penitencia y al trabajo.
[9] Sus miembros hacían voto de pobreza absoluta; no debían poseer nada propio; debían vivir del pan que les diese la caridad pública o que hubiesen ganado con el trabajo de sus manos, y de aquí su nombre de órdenes mendicantes.
[10] De "fraire": en última instancia esta palabra está relacionada con la latina: ''frater", hermano. Nombre dado a los miembros de ciertas órdenes, especialmente las mendicantes: franciscanos, dominicos, trinitarios, etc. Se lo suele usar apocopado: fray, delante del nombre; por ejemplo: Fray Francisco de Paula Castañeda.
[11] El hermano, o hermano lego, es aquel miembro de una orden religiosa que sin haber profesado los votos solemnes y perpetuos vive en una casa conventual de acuerdo la regla de la misma vistiendo hábito. Antiguamente, en las órdenes monásticas y mendicantes, se ocupan de labores manuales y de los asuntos seculares de un monasterio para permitir la plena vida contemplativa de los monjes del coro. En el caso que nos ocupa, durante el período hispánico, los hermanos legos eran llamados hermanos donados. Di Stefano, Roberto, Zanatta, Loris, Historia de la Iglesia Argentina. Desde la conquista hasta finales del siglo XX, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 69.
[12] La curia provincial es el conjunto de organismos y/o funcionarios que colaboran en el gobierno de una provincia religiosa junto con el superior provincial.
[13] Carrasco, O.P., Jacinto, La Fundación de los Conventos Dominicos en la Argentina. Prólogo y notas de Fr. Rubén González O.P., San Miguel de Tucumán, Ediciones Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, 1982, página 39.
[14] Un acta es una relación escrita donde se asienta el resultado de las deliberaciones y acuerdos de un cuerpo o junta (v.g.: actas del capítulo conventual ó capitulares). También se denominan así aquellos escritos de naturaleza jurídica o religiosa, en los que se da fe de un acto (acta de bautismo, de defunción).
[15] También se designa con este nombre a la reunión que celebran los religiosos en fechas determinadas para tratar asuntos de la orden. De la costumbre de leer en los primitivos cenobios en las reuniones diarias un capítulo de la regla, se originó el nombre de capitulo para indicar tales comunidades y capitulares para designar a sus miembros. Pueden ser generales o provinciales. El Capítulo General, es la autoridad suprema de las Órdenes mendicantes. Los miembros del Capítulo incluyen a los superiores provinciales, los viceprovinciales y vicarios generales, que son los superiores de las entidades provinciales o regionales de la Orden, y a los delegados electos de las provincias y vicariatos en todo el mundo.

[16] Pueden encontrarse también con los nombres de libros de gastos; de entradas; de Gasto y Recibo; o de Procura; o de Caja; o de Gastos de la comunidad; o de Cuentas de entradas y salidas; libros mayores, de entradas generales; de cargo y data. Con el nombre de fábrica se designaba en Derecho canónico, la renta, conocida también como derecho de fábrica, que se cobraba en las iglesias para atender a la reparación del templo y a las necesidades del culto.
[17] Se los puede hallar con el nombre de protocolos. Podían ser generales, cuando aludía a toda la casa religiosa y sus existencias; o particulares, cuando se centraba en los elementos en ser de una sola dependencia.
[18] Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., páginas 82-83.
[19] Encontramos libros de Misas Aplicadas; Diarios de Misas; de Misas Dominicales; de Misas Dominicales Aplicadas; de Misas Recibidas; de Misas Celebradas y firmas de los celebrantes; de misas capellánicas; etc.
[20] Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., página 77. La tercera orden franciscana se llama hoy Orden Franciscana Seglar (O.F.S.), antiguamente Tercera Orden de Penitencia o Venerable Orden Tercera Secular de Penitencia de Nuestro Santo Padre San Francisco. En el caso de la Tercera Orden Dominica, hoy su nombre es Orden Seglar Dominicana.
[21] Otra documentación de las Terceras Órdenes son los libros de Actas, Elecciones, de Secretaría, etc.
[22] Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., página 63.
[23]: …cuando se está frente a un libro de elecciones o de actas, por ejemplo, se constata que los nombres que aparecen coinciden con los de la estructura del poder civil y que, a su vez, son hacendados, comerciantes o militares… (pero) en el libro de asiento se constata un elevado número de cofrades “desconocidos”, varias veces mayor que el que aparece desempeñando cargos. Martínez de Sánchez, Ana María, Cofradías… op. cit., página 65.

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